LA BODA DE LA LAGARTA / 320 — ojarasca Ojarasca
Usted está aquí: Inicio / Página Final / LA BODA DE LA LAGARTA / 320

LA BODA DE LA LAGARTA / 320

TEXTO Y FOTO: ELÍ GARCÍA-PADILLA

La celebración ritual conocida como “La Boda de la Lagarta” es en realidad la fiesta del Santo Patrón San Pedro Apóstol, en la comunidad de origen chontal bajo de San Pedro Huamelula, Oaxaca. Se trata de una tradición anual de origen prehispánico con una mezcla de influencias católicas propias de la conquista y la notable carga simbólica de un valor cultural incalculable y vigente hasta nuestros días. El lagarto o más bien cocodrilo (a veces caimán e incluso iguana verde) hembra vivo representa a una joven princesa, doncella hija del rey de los mareños (Ikoot) que es entregada en matrimonio al rey de los chontales Fane Kantsini (Tres Colibrí) como sello del pacto de una alianza estratégica por la paz y la coexistencia-ocupación de este vasto territorio multicultural y biodiverso conocido como Istmo de Tehuantepec.

El 23 de junio de cada año, con excepción del 2020 y 2021 —por motivos de la pandemia de COVID-19— se pasea por el pueblo y de mano de los mareños o “huaves” a la princesa lagarto. En la Iglesia Católica el sacerdote la bautiza y ésta recibe el nombre de pila de la esposa del edil o alcalde en turno. Posteriormente el Presidente Municipal celebra el matrimonio de manera simbólica con la princesa Lagarto en su forma nahual en el Palacio Municipal. Esto da paso a la celebración de la fiesta, la comida, la música y las múltiples expresiones de danzas rituales que le han valido —de acuerdo con el cronista Jaime Zárate Escamilla— a San Pedro Huamelula ser reconocido como el “Pueblo Danzante”.

El cocodrilo o Cipactli es una especie de reptil prehistórico muy importante no sólo biológica y ecológicamente, también posee un alto valor simbólico, ritual, cultural y religioso entre los pueblos originarios, mestizos y afromexicanos de Mesoamérica. Cipactli es el primer día del Tonalpohualli o calendario sagrado azteca y se le considera como el devorador de deidades. Su piel rugosa constituida por escamas y osteodermos (placas óseas en la piel) remite a la configuración de la superficie de la corteza terrestre de la Madre Tierra. De acuerdo con la cosmovisión mesoamericana, Cipactli era el único ser marino que existía en el principio de los tiempos, hasta que Quetzalcóatl lo mató para crear así la tierra con el cuerpo de Cipactli.

Este ritual vivo sui generis podría contribuir de manera positiva a la conservación de la biodiversidad y los ecosistemas que comparte el cocodrilo con las sociedades humanas, pues es gracias a este tipo de rituales que se mantiene la íntima e indisoluble relación de los pueblos nación con la Madre Naturaleza, es decir, con el territorio y los bienes naturales comunes que son legítimos y ancestrales. La defensa de los territorios y de los bienes naturales comunes es clave para enfrentar la crisis climática, así como a la acelerada e irreversible pérdida de la biodiversidad conocida como sexta extinción masiva de las especies.

Aprendamos pues del ejemplo de las comunidades originarias que siguen haciendo frente al embate de los poderes fácticos desde una perspectiva social comunitaria que mantiene vivo un tejido social a través de la memoria, la lengua, la tradición oral y sobre todo la profunda reflexión sobre el cuidado y protección del territorio, de la cual surge la imperiosa necesidad de mantener vivos los rituales que mantienen viva la tradición e identidad de los pueblos nación.

En tiempos de una verdadera crisis civilizatoria a nivel socio-ambiental, es preciso considerar y fortalecer el rol de las comunidades originarias en términos de que son los dueños legítimos, custodios y guardianes del 80 por ciento de la biodiversidad remanente sobre la faz de la Madre Tierra. El ritual de la boda de la lagarta es un símbolo vivo e inequívoco de la estrecha y esencial conexión entre sociedad y naturaleza de los pueblos originarios, dueños legítimos de “México”.

comentarios de blog provistos por Disqus