PLATA SOBRE LA SELVA
Hace 30 años la insurrección de los condenados de la tierra cimbró al mundo entero. Hablaron primero los muertos y después vino su palabra a borbotones. Se presentaron aquel primero de enero de 1994 como el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y, sabiéndolo o no, estaban pariendo una época. Tierra, educación, salud, alimentación, techo, trabajo, democracia, libertad y justicia fueron y son sus exigencias. Para que los escucharan miles de tsotsiles, tseltales, tojolabales, choles, zoques y mames encendieron el fuego.
A la Selva Lacandona, grandiosa, saqueada y olvidada, y a la niebla de Los Altos y Norte de Chiapas, llegó también un ejército de periodistas con libretas y cámaras en mano. 1994. No había hecho su aparición la invasión de la era digital. Hasta aquí se trasladaron cientos de fotoperiodistas cargando decenas de rollos fotográficos en sus mochilas, además de su inquietud y pasión profesional. De ellos, muy pocas mujeres lograron traspasar los muy diversos e incómodos muros: el de sus redacciones, el temor de sus familias, el del ejército mexicano y, finalmente, el retén rebelde en el que podían permanecer horas o días en medio de la nada. Ángeles Torrejón, Elsa Medina, Patricia Aridjis y Cecilia Candelaria llegaron y se plantaron, unas más tiempo que otras, para contar esta insurrección desde dentro y a través de su multidimensional mirada: la de mujeres fotoperiodistas comprometidas con su entorno, tres nacidas en los sesentas y Elsa en los cincuentas. Cada una con su propia escuela y travesía. Cada una con su propio rollo.
En “Plata sobre selva” las cuatro fotógrafas ponen la técnica de impresión nacida en el siglo XIX para contar con nitidez los primeros pasos del levantamiento mayoritariamente maya. En momentos en que desde un teléfono digital se disparan ráfagas de hasta 30 instantáneas por segundo, ellas apuestan a la sensibilidad propia y a la del papel como parte de un acto conmemorativo del inicio de estas tres décadas.
Mujeres retratando mujeres rebeldes y niñas nacidas en la insurrección. Pero no sólo. Por su cámara desfilan lo mismo contingentes de insurgentes, un hombre cabalgando solitario en la inmensidad de la selva o el entonces subcomandante Marcos, vocero no sólo del zapatismo, sino de muchos de los desposeídos del planeta. Las niñas de brazos que aparecen en estas imágenes son ahora madres, las adolescentes probablemente jóvenes abuelas. Al basquetbol juegan ahora también en pantalón corto y se sumaron a los partidos de futbol y voleibol y, además de cargar a sus hermanitos en la espalda, ya también van a una escuela construida con la autonomía de sus pueblos.
Elsa, Ángeles, Patricia y Cecilia ofrecen imágenes inéditas de un paisaje en permanente construcción. No hay punto final en esta historia, sino puntos suspensivos.
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Hoja de sala de la exposición “Plata sobre la Selva”, organizada por Página en Blando. Escuela de Fotografía, en la Ciudad de México.
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Se reunieron durante 3 días y 3 noches para organizarse,
para hablar sobre sus derechos, para delegar funciones,
para defender su cultura.
Estuvieron dialogando, jugando, bailando, pues como
dicen ellas: “para un nuevo tiempo de vida nacimos”.
Elsa Medina
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Dominga con su hijo. Durante una asamblea zapatista,
salí del galerón para tomar fotos a los alrededores.
Dominga me pidió que la fotografiara. Acepté. Entró a
su casa sin decirme nada y minutos después salió muy
peinada con su bebé en brazos. Él ahora tendrá 30 años.
Patricia Aridjis
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La imagen es de un 10 de abril, día en que murió asesinado
Emiliano Zapata en 1919. Un día especial para
el EZLN en el que nos mostraron su fuerza. Marcharon
por cuadrillas, iban llegando por varios caminos para
concentrarse en una gran explanada. Fue un momento
asombroso.
Cecilia Candelaria
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Caminaba despacio cargando mi cámara cuando oí
su voz:
–¿A dónde vas?
–No lo sé, camino sin rumbo.
–¿Te gusta mi hamaca?, es como bailar en el viento.
Le sonreí y me devolvió la sonrisa con todo el esplendor
en su rostro. En ese momento hice click.
Ángeles Torrejón