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LA FANTASÍA ANDA EN BURRO

HERMANN BELLINGHAUSEN

Otumba, Estado de México

Cuando La India María triunfó en el pueblo ficticio de San José de los Burros (Tonta tonta, pero no tanto, película de Fernando Cortés, 1972) resultaba inimaginable el impacto que tendría para el pueblo mexiquense de Otumba, otomí de origen, el cual se volvió referente nacional del simpático équido. El famoso burro Filemón y la entonces popular caricatura humana de una “María” de aspecto mazahua dieron notoriedad a la carnavalesca feria dedicada al burro desde 1965, que en 2024 se realiza por 59ª ocasión.

Otumba, lugar de una heroica batalla del imperio mexica contra el invasor Hernán Cortés, se encuentra en el corazón del país del pulque y fue durante la modernidad un símbolo del ferrocarril mexicano. Hoy es ante todo un referente continental de la conservación y celebración de los burros domésticos, con un santuario único, llamado Burrolandia, y una fiesta hoy popularísima. Este animal, por extraño que suene, se encuentra en peligro de extinción en México.

Este primero de mayo, como cada año, culminan los cuatro días la Feria Nacional del Burro, con la asistencia de miles de personas que rebosan el tianguis ferial y el Burródromo instalado para la ocasión, donde compiten los burros adornados procedentes de diversos pueblos de la región. La fantasía aquí anda en burro.

Los primeros participantes son “el burro pirata”, parche y todo, y el llamativo “burro alebrije” pintado y decorado como piñata cósmica con alas y su comparsa de hombres de colores, pertenecientes a Agua Potable. Éste obtendrá el segundo lugar. Los sigue el “aerostático”, en referencia a los globos voladores que se han popularizado aquí cerca, en Teotihuacán. Luego vienen el “burro Santaclós”, con motivos navideños, la “burrita carnavalera” y su comparsa de hombres enmascarados vestidos de mujer, la “burra que se casó” arrastrando su vestido de novia mientras su comparsa arroja arroz al público; procede de Axapusco. Causa sensación, y a la postre resulta ganador, el “burro cazador de brujas”, procedente de Cuatlacingo, el cual tira una carreta enjaulada con brujas y guajolotes adentro, un Cristo crucificado encima, y arrastra niñas brujas rumbo a la hoguera; la estampa es oscura, comparada a las demás coloridas bestias concursantes.

Hay un rejego “Canelo Pérez” (sic) con protector de prácticas en la cabeza y una comparsa de pugilistas que lo arrean. Desfilan también “Shakira”, cargada de implicaciones sexuales de pelucas rosas (“las burras no lloran, las burras facturan”, explica el animador del evento), y las “burritas en primavera” adornadas con flores.

La pista asnal, “el burródromo más grande de Latinoamérica”, parece un coliseo romano a reventar. Un hombre carga un botellón y regala a los asistentes vasos con el blanco néctar de los dioses. Antes del climático desfile se jugó un partido de polo sobre burro entre los equipos Pachuca y América, ganado 7-4 por el primero. También se realizaron carreras de burro Fórmula 1 y Fórmula 2, y un concurso de rebuznos de participación voluntaria. El puro desmadre.

Por las inmediaciones de la feria que ofrece comida, artesanías, cheladas estrambóticas, curados de guayaba, la gente pasea jumentos vestidos con cortinas de tul o pantalones y sombrero. La fuentecilla del crucero muestra un burro y un tlachiquero a su lado, pues la imagen típica de los pulqueros incluye al animal de marras.

Así transcurre en Otumba el día más importante del año, considerado uno de los diez carnavales más raros del mundo.

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