DE LA FIESTA A LA RESISTENCIA
Cosas graves se leen este junio de Ojarasca. El feminicidio de la abogada ayuuk Sandra Dominguez, denunciado por su colega y buscador Joaquín Galván. Un comentario panorámico del horror en nuestra experiencia reciente, escrito por el especialista vasco Carlos Martín Beristáin retomando el hilo suelto de Teuchitlán.
Dos despojos inminentes se añaden a nuestros contenidos. Uno ha despertado la resistencia de comunidades en la Costa y el Istmo de Oaxaca contra el “cártel del despojo”. El otro en los llanos de Hidalgo, donde se pretende instalar vastos campos de celdas fotovoltaicas sobre 400 hectáreas de suelos magueyeros en Epazoyucan, Singuilucan y Zempoala, lo cual ya despertó la oposición de agricultores y productores de pulque.
El ascenso público de figuras de origen indígena en los años recientes, culminando con la elección de un abogado ñuu savi como presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, lleva a preguntarse se estamos ante un novedoso poder indígena, o ante una nueva fase del integracionismo nacional, viejo sueño del México independentista.
La dosis visual de máscaras es fuerte. Los tekuanes (tigres o jaguares) de Acatlán, en la Montaña de Guerrero, con su aguerrido gesto y su batalla simbólica, y real como la sangre, se dan un duelo fotográfico con los pasmosos diablos de El Doctor, un viejo pueblo minero de la Sierra Gorda en Querétaro. Y como pilón, los mexicanos en Los Ángeles que protestan contra la cacería trumpiana con el rostro semi cubierto. Máscaras vemos, corazones comprendemos.