EL ARTE DE HABITAR Y LA RESISTENCIA QUE NO TERMINA
De la mano de creaciones plásticas cargadas de vieja Revolución, belleza y futuro, Ojarasca irrumpe en abril con más historias de esfuerzo colectivo y luchas sostenidas. Tan lejos y tan cerca, el jale invisibilizado de nuestros paisanos en Canadá se suma a la pertinaz resistencia territorial y cultural contra las mineras y el despojo del agua en Zacualpan, Colima. La Montaña de Guerrero siempre ha sabido seguir los pasos zapatistas, en una historia tan dilatada como el propio zapatismo histórico. La vibrante experiencia personal de una mujer ch’ol, promotora cultural y poeta de Tumbalá, Chiapas, determina su vida en zona de guerra, se inspira en el nuevo zapatismo insurgente y su integridad e identidad son salvadas por la poesía y la gestión comunitaria.
Este mes cantan aquí las lenguas diixzazá, maya peninsular, ch’ol, mè’pháá y totonaca, así como dos poetas palestinos que enseñan a no callar. Traemos un amplio testimonio de lo marginal puesto en el centro, la tradición muxe de Juchitán, referente de la diversidad de género en el mundo.
Aquí se discuten el abandono y la opción autonómica de las comunidades. Y ante la migración de los indígenas a las ciudades en su condición de intrusos, la dirigente mapuche Moira Millán alude a la recuperación de la identidad y la del arte de habitar. En el extremo del despojo, de mucho han de servir las enseñanzas de los pueblos en el arte de habitar el continente, las cuales perviven en cientos de pueblos originarios que luchan por defender la vida y cuidar la Tierra.