COCA-COLA EN LOS ALTOS DE CHIAPAS. UNA HISTORIA MEXICANA — ojarasca Ojarasca
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COCA-COLA EN LOS ALTOS DE CHIAPAS. UNA HISTORIA MEXICANA

Recientemente flotó en redes sociales el siguiente comentario sobre el impacto del famoso refresco embotellado en las culturas tsotsil y tseltal de los Altos de Chiapas, particularmente en el municipio de San Juan Chamula, donde tempranamente se le atribuyó un rol sagrado y de intercambio amistoso. Pronto devino factor de poder caciquil, característico de los chamulas, con una religion cristiana “tradicionalista” y fuertes estructuras de poder. La venta monopólica de Coca-Cola ha fortalecido los cacicazgos chamulas por más de 80 años.

En otro momento, Ojarasca se ocupó del asunto, también presente en otras localidades de la región, como Chenalhó. Fue ahí que el presidente Vicente Fox, formado en la empresa refresquera, para “resolver” las secuelas de la masacre de Acteal y la pobreza en ese municipio violentado desde 1997, introdujo a manera de “ayuda” una agresiva campaña para la empresa, que distribuyó en los hogares mobliario de plástico y refrigeradores para venta exclusiva del producto, además de pintar las escuelas con los logos de la refresquera.

Chamula, un municipio enclavado en las montañas del estado de Chiapas, al sureste de México, es conocido por su cultura indígena vibrante y sus profundas tradiciones. Sin embargo, en las últimas décadas, ha surgido un fenómeno inusual que ha puesto a Chamula en el mapa global: su extraordinario consumo de Coca-Cola. Esta es la historia de cómo una bebida global se entrelazó con las tradiciones y la vida cotidiana de esta comunidad indígena.

Todo comenzó en la década de 1960, cuando Coca-Cola inició una expansión agresiva en mercados rurales y remotos de México. Chamula, con su población mayoritariamente tsotsil, fue uno de los destinos. La bebida, con su sabor dulce y refrescante, rápidamente capturó la atención de los habitantes locales. En Chamula, la integración de Coca- Cola en la cultura local no fue simplemente un fenómeno de consumo, sino una fusión con las prácticas y rituales indígenas. Los chamulas, conocidos por sus sincretismos religiosos que mezclan catolicismo con creencias indígenas, comenzaron a utilizar Coca-Cola en sus ceremonias religiosas.

La bebida se convirtió en una ofrenda a los dioses y una herramienta para las curaciones espirituales. Se creía que el gas de Coca-Cola ayudaba a expulsar los malos espíritus del cuerpo, una práctica que sustituyó el uso tradicional de bebidas alcohólicas como el pox.

Otra razón clave para el auge del consumo de Coca- Cola en Chamula es su disponibilidad y, en muchos casos, su costo más bajo en comparación con el agua potable. En muchas comunidades rurales de Chiapas, el acceso a agua potable segura es limitado. Las tiendas locales están bien surtidas con Coca-Cola, y las campañas de marketing de la empresa han asegurado que la bebida esté siempre al alcance de todos.

El consumo masivo de Coca-Cola no vino sin consecuencias. A medida que el hábito se arraigaba, comenzaron a aparecer problemas de salud asociados con el alto consumo de azúcar y calorías. La diabetes, la obesidad y las enfermedades dentales se convirtieron en preocupaciones crecientes en la comunidad. Estos problemas de salud se agravaron por la falta de acceso a atención médica adecuada. En respuesta a estos desafíos, ha habido intentos tanto locales como externos para abordar los problemas de salud.

Organizaciones de salud han trabajado para aumentar la conciencia sobre los riesgos del consumo excesivo de bebidas azucaradas y fomentar hábitos alimenticios más saludables.

El fenómeno del consumo de Coca-Cola en Chamula representa un dilema moderno donde la tradición y la globalización se encuentran. Mientras la bebida se ha entrelazado con las prácticas culturales, sus efectos negativos en la salud plantean una serie de desafíos que la comunidad y los profesionales de la salud continúan enfrentando. Hoy en día, Chamula sigue siendo un lugar donde las antiguas tradiciones se mezclan con las influencias modernas. Coca-Cola, con su omnipresencia, sigue siendo una parte integral de la vida cotidiana y ceremonial.

Sin embargo, los esfuerzos para educar y proporcionar alternativas saludables están en marcha, con la esperanza de equilibrar las influencias externas con la preservación de la salud y la cultura local.

Sin embargo, cabe preguntar: ¿es esto una justificante racional para permitir su permanencia, o se debe oponer una resistencia social y gubernamental a este fenómeno que puede tener causas catastróficas a mediano y largo plazo? Que cada cual discierna y concluya. Que permanezca lo verdadero.

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VÍA: TAMALERÍA DULCE OKLAHOMA

Del muro de Facebook: ANAWAK LA RAÍZ

Ver también “Antropología cocacolera” en Ojarasca 87:

https://www.jornada.com.mx/2004/07/19/oja87-pagfinal.html

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