¿POR QUÉ OSTULA? / 327
Apenas el pasado 29 de junio, la comunidad de Santa María Ostula festejó el XV aniversario de su levantamiento. Hubo fiesta colectiva en medio de la reivindicación de su historia pasada y presente. “Hace 15 años vivimos momentos de incertidumbre, de dolor, pero también de mucha fuerza, la fuerza que utilizó toda la comunidad para movilizarse y recuperar lo que hoy es la encargatura de Xayakalan, el lugar en donde los pequeños propietarios, los partidos políticos y una organización criminal estaban planeando usar para grandes proyectos millonarios en donde nosotras y nosotros, indígenas nahuas, no estábamos incluidos”.
En aquel momento, aunque conscientes del tamaño de su proeza, no imaginaron que vendrían tres lustros de ataques armados constantes. Estaban desafiando no sólo a los pequeños propietarios que mantuvieron invadidas sus tierras, sino también al crimen organizado, empresas mineras, gobiernos cómplices y fuerzas armadas.
El 29 de junio del 2008, más de dos mil comuneros participaron en la recuperación de cerca de mil hectáreas del paraje conocido como La Canaguancera, en el litoral michoacano del municipio de Aquila. Con su Guardia Comunal pusieron en práctica el derecho a la autodefensa de los pueblos, tribus y naciones indígenas del país. Nada fue improvisado. Dos semanas antes, con la presencia de pueblos originarios de diversas regiones de México, se dio a conocer el Manifiesto de Ostula, que reivindica su derecho a la autodefensa.
En las tierras recuperadas los y las nahuas levantaron el nuevo poblado de Xayakalan, como parte de las 29 mil hectáreas que mantiene en posesión Ostula y sus 22 poblados anexos (esta medición fue realizada por la comunidad y contempla 10 mil hectáreas más de las dispuestas en una resolución presidencial sobre confirmación y titulación de bienes comunales del 27 de abril de 1964). El territorio, además de por su extensión, es estratégico por su localización entre los puertos de Manzanillo y Lázaro Cárdenas, los dos más importantes de México. Es tierra codiciada por las mineras transnacionales, la delincuencia organizada, proyectos ecoturísticos y empresas inmobiliarias. Pero aquí quieren seguir sembrando papayas, mangos y tamarindos. Y, a pesar de los embates, han reestablecido la vida comunal, la educación, las fiestas religiosas y familiares, la siembra, el turismo en sus playas, y hasta la protección de tortugas.
Todo esto no ha impedido los asesinatos. Siguen exigiendo justicia para Isaúl Nemesio Zambrano, Miguel Estrada Reyes, Rolando Magno Zambrano y Eustaquio Alcalá Díaz, asesinados con total impunidad. Y la presentación con vida de Ricardo Lagunes, Antonio Valencia y José Gabriel Pelayo.
“¿Qué busca la organización criminal al posicionarse alrededor de Aquila?”, se preguntan en Ostula. Y ellos mismos responden: “Eliminar cualquier impedimento para la ampliación de la mina Las Encinas, propiedad de la multinacional Ternium”. Esta empresa minera, aseguran, “ha intentado ampliar su radio de operaciones y en el caso de Ostula no ha tenido más recurso que utilizar a su brazo armado, el CJNG, para intentar invadir el territorio comunal”.
Resistieron a los Caballeros Templarios. Hoy enfrentan a Nueva Generación, porque, como dijeron el pasado primero de enero, a partir del levantamiento zapatista supieron que “era posible poner un alto a la explotación, a la muerte y a todas las violencias que vivimos los pueblos originarios y muchas otras poblaciones”.
LA ESTÁN DE JANDO SOLA
“Nuestra comunidad de Santa María Ostula está siendo atacada en estos momentos de forma muy violenta y con uso de explosivos por el Cártel Jalisco Nueva Generación. Desde el 1 de julio volvieron a presentarse ataques armados en contra de los puntos de seguridad que la Guardia Comunal ha establecido para vigilar y evitar los avances de este grupo de criminales”, alertaron los nahuas de Ostula sin que ninguna autoridad respondiera.
El llamado al Estado mexicano es a proteger la vida, la integridad y la seguridad de la población, pues la omisión imperante ha costado muertos, desaparecidos, secuestrados y torturados. Dos días después del primer aviso, la mañana del 3 de julio, los pobladores reportaron “explosiones ocasionadas por drones y detonaciones de armas de grueso calibre en los cerros que rodean la encargatura de la Cofradía de Ostula”. Y luego un explosivo fue lanzado directo a la cancha central, seguido de “una explosión cada 40 minutos ocasionada por drones”. Las mujeres, niños, niñas y personas de la tercera edad fueron reguardadas por la Guardia Comunal, pues grupos de alrededor de 50 personas cada uno rodearon la comunidad. Las casas, escuelas e iglesia ya estaban bajo el fuego criminal.
Las escenas descritas en el comunicado de Santa María Ostula son tan escalofriantes como cotidianas. La violencia de la delincuencia organizada en contra de la población y la inacción de los tres niveles de gobierno son inexplicables. Durante años los gobiernos han sido notificados y la comunidad los acusa de no hacer nada para desactivar la embestida y detener a “los cabecillas”.
Ante la inacción institucional, la Guardia Comunal, junto a los grupos de autodefensa y guardias de Aquila y Coahuayana, reforzó acciones para salvaguardar a la población. Pero no pueden solos. El poder armado en su contra es de altas dimensiones. Por eso la urgencia de que se desmantele el CJNG y “cese la protección que otorgan a dicho cartel funcionarios y mandos militares corruptos”.
Luego de los recientes ataques, organizaciones, colectivos nacionales y de otros países, académicos y sociedad civil en general se unieron a las demandas de la comunidad. El Congreso Nacional Indígena alertó: “El gobierno estatal de Michoacán y el gobierno federal están dejando sola a la comunidad de Ostula. No sólo no han hecho presencia para resguardar y defender al pueblo indígena de la Sierra Costa, sino que permiten que los atacantes puedan transitar por la región para reabastecerse de parque y armamento para mantener su guerra, a la que nuestras hermanas y hermanos resisten de manera heroica con organización y dignidad”.
Por su parte, la Coordinación Nacional Alto a la Guerra Contra los Pueblos Zapatistas reivindicó la historia de esta comunidad que ha sido “un ejemplo de dignidad y organización en la defensa de su territorio y el ejercicio de su derecho a la libre determinación”, recordando que en 2009 miles de comuneros de Ostula recuperaron cientos de hectáreas de tierra que estaban en poder de caciques locales. En un pronunciamiento colectivo, se exigió “castigo a los responsables de este ataque, de los asesinatos, desapariciones y demás violaciones a los derechos humanos de la comunidad que se perpetran impunes desde 2008”.