EL TORDO EN LA ISLA DE BARRA / 328
ARCHIBALD MACLEISH
Junto a la ensenada marina,
el ganado de la isla, almonedado a ultramar,
chilla en sus frenéticas jaulas bajo la luz última
y el tordo responde…
estoy recordando algo. –No,
no lo recuerdo, me lo contaron;
algo terrible y doloroso que me contaron
de otro tiempo, de los pobres hortelanos
arrancados de las cañadas de Tierra Alta
en las Hébridas.
Los dueños de estas tierras las querían para ovejas,
no para gaélicos.
Había velas en el mar gris y voces llamando
hacia tierra encima de la marea:
respondió el tordo.
Archie Beg MacDonald lo dijo:
un hombre podía caminar alegremente desde la Bahía Norte
a lo largo de Barra
hasta el otro extremo y dejar las puertas abiertas, mientras
los perros corren adentro y afuera por las puertas abiertas
y las vacas ordeñadas en los portones –aquel gemido:
sólo vacas ordeñadas y los perros y el anochecer
postrero y el tordo sobre la techumbre.
Recuerdo algo. –No,
no lo recuerdo. El padre de mi padre
habló la lengua —no yo— que puede recordar.
Aun así oigo el ganado de la isla
chillar en sus frenéticas jaulas. Oigo
al tordo responderle
pura canción,
perfecta indiferencia
como la voluntad divina.
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ARCHIBALD MACLEISH (1892-1982), poeta estadunidense. Esto escribió al retornar a la isla de Barra, en el norte de Escocia, de donde provenía su padre y sus antepasados, en los años setenta del siglo XX.
TRADUCCIÓN DEL INGLÉS: HERMANN BELLINGHAUSEN.