LA PARTERÍA EN MÉXICO Y LA NOM 020 — ojarasca Ojarasca
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LA PARTERÍA EN MÉXICO Y LA NOM 020

COLECTIVA PARTIERRA: SIOLÉ G. MORA, AURA RENATA GALLEGOS, VIRGINIA PÉREZ DÍAZ

En el siguiente portafolio, invitamos a la reflexión y a un breve análisis sobre los posibles riesgos y dificultades que presenta el Proyecto de Norma Oficial Mexica­na PROY­NOM­020­SSA­2024, para Establecimientos de Salud y para la Práctica de la Partería, en la Atención Integral Materna y Neonatal, al reorganizar la aten­ción no médica y a quienes otorgan “servicios de partería” definiendo tres grupos a) parteras tradicionales, b) personas no profesionales autorizadas y, c) parteras con cédula profesional.

Parteras Tradicionales. Se plantea que su relación con el personal de salud sería de “respeto, horizontalidad y de vinculación intercultural”. Lo que garantizaría su “libre práctica”, “acorde a sus conocimientos y recursos bioculturales”.

Sin embargo, lo prometido debe ser leído desde una realidad histórica distinta a lo que se escribe. Si el personal de salud debe identificar a quienes ejercen la partería tradicional y que son reconocidas por la comunidad (7.1.5.1), ¿cómo procederá? ¿Qué sucederá en caso de que la partera no quiera estar en el Registro Estatal de Partería Tradicional (7.5.1.2)? ¿Bajo qué mecanismos se darán los Certificados de Nacimiento de los bebés (7.1.7)? ¿El personal de salud dejará de utilizar como forma de coacción contra las mujeres y parteras estos vitales documentos?

Además se define a la partera tradicional “perteneciente a las comunidades indígenas, afromexicanas, rurales y urbanas” que cuentan con “reconocimiento de sus comunidades”. ¿Cómo se acreditará el reconocimiento comunitario? ¿Qué pasará con las parteras migrantes y sus hijas parteras no hablantes de lenguas indígenas, qué comunidad las reconocería? ¿Acaso no ser indígena es sólo posible en el territorio de origen? ¿Y las parteras tradicionales mestizas y urbanas? ¿Podrán aspirar a ser “parteras tradicionales” o tendrán que vincularse con los Servicios de Salud para su posible reconocimiento como “personas no profesionales autorizadas para la prestación de servicios de obstetricia”?

La figura del “personal no profesional autorizado para la prestación de los servicios de atención médica” ya se ha utilizado como figura para considerar a las parteras tradicionales dentro de la NOM-007-SSA2-2016 que rige la atención materno infantil. A ese “personal” se le “capacitaba” de forma cuasi obligatoria (que no mediaba obligatoriedad legal, pero que si coaccionaba a las parteras para ir a reuniones y cursos). La novedad para este grupo de no- parteras será que “para su práctica deberá contar con la autorización expedida por la Secretaría de Salud a nivel estatal, misma que se refrendará cada dos años (6.4.2)”. De concretarse este punto, por primera vez en la historia de México, la práctica de las parteras requerirá de autorización. ¿A qué penas o consecuencias quedarían sujetas las parteras tradicionales, independientes y autónomas que se nieguen a capacitarse dentro de la cultura médico-hospitalaria? ¿Se les aplicarán los arrestos y las multas millonarias que estipula el artículo 155 de la Ley de Infraestructura de Calidad que rige las NOM? ¿La práctica de la partería tradicional fuera de los territorios indígenas y afromexicanos quedaría en la clandestinidad? También se les exige “limiten” la información que publican, lo que iría en contra de los derechos humanos.

Sobre la partería profesional, propone un parteaguas en la atención materno-infantil planteando la reubicación del parto del segundo nivel de atención (hospitales) al primero (clínicas) donde se desarrollaría “maternidades” o “casas de parto” y la atención la brindarían parteras con cédula, parteras de cultura médico-alopática, en lugar de doctores. Sin duda, el parto institucional requiere mejoras en la atención y esto podría ser en beneficio para quienes prefieren la cultura médica, pero esto no debe ir en detrimento de la diversidad en la práctica y sentido del quehacer de otras parteras.

La diversidad de parterías mana de la necesidad y deseo de las mujeres. Por eso desde la tradición y la independencia florecen nuevas parteras donde el Sistema de Salud ya las había erradicado. Somos legítimas y atendemos al derecho de elegir dónde, cómo y con quién parir de las mujeres, mientras ellas nos busquen, las parteras seguiremos existiendo.

 

LOS VÍNCULOS FUNDAMENTALES PARA LA VIDA

SILOÉ G. MORA

(PARTERA DE JALISCO)

La bolsa de aguas, el cordón umbilical y la placenta hacen posible la vida en el vientre materno y son parte nuestra, venimos de la misma fuente de origen. Una razón sabida (desde otras formas de saber) por la que para algunos pueblos en el mundo ha sido de suma importancia que regrese a la tierra nuestro doble umbilical y/o placentario, que guarda las memorias de cuidados, nutrición y de las soberanías alimentarias antiguas.

En diversos territorios de México, sembrar la placenta o parte del cordón es una forma de presentar a quien acaba de nacer como parte de la tierra y de la comunidad, ya sea en las milpas, magueyales o algunos árboles, llevando peticiones y ofrendas de agradecimiento.

El desarrollo de la vida humana desde sus inicios, los elementos, el alimento que nos sostiene y estos vínculos con el mundo vegetal se han tejido en las manos y labor de muchas parteras —sembradoras y cuidadoras de la vida—, al igual que otras ceremonias que se relacionan con el agua, el temporal y más.

Son las parteras tradicionales de mayor edad las que al estar en contacto de manera cotidiana con estas labores han sido y son portadoras de vastos conocimientos y saberes campesinos, medicinales y de la vida humana desde la gestación, lo que ha permitido su continuidad y gracias a quienes han perdurado, incluso en zonas más urbanizadas; algo que no se puede negar, borrar o estandarizar. ¿Cómo se regula y certifica la vida con los vínculos fundamentales para existir?

Actualmente, en la atención hospitalaria al parto y al nacimiento, la bolsa, el cordón y la placenta (mapa de nuestro propio árbol de vida) son considerados material de desecho biológico, que termina en una bolsa plástica amarilla, para después encontrar un destino incierto, perdido y desterrado, sin la oportunidad de reconocerlo.

A la par que se van perdiendo algunos cuidados tradicionales y avanza el dominio de la atención institucional a la salud, el desarraigo es uno de los problemas identificados a través de reflexiones colectivas entre parteras. Esa sensación que atraviesa tantas vidas humanas de no pertenecer a nada, ni a la tierra, ni a lo sagrado, ni a ninguna comunidad y menos interdependiente de otras (vegetales, animales, minerales), lo que se ve agravado por diversas situaciones como las migraciones, el deterioro ambiental, políticas públicas y programas de gobierno, etcétera.

No es sorpresa pues que la misma industria que está detrás del dominio del campo, del maíz, de las plantas medicinales y toda la biodiversidad de los territorios, sea la misma que, por igual, está impulsando a nivel mundial el desplazamiento de la partería tradicional, llevando a los hospitales y medicalizando de manera injustificada la mayoría de los embarazos, partos, nacimientos, junto con los primeros momentos del postparto y la lactancia.

Como consecuencia de décadas de coerciones, hay muchas zonas en el país donde ya no hay partos en casa atendidos por parteras y todos estos vínculos van quedando sin tejerse; ya no llegó el relevo generacional y la única opción que tienen las mujeres para parir a sus bebés son los hospitales.

Sólo el paso del tiempo permitirá conocer más sobre los efectos de tantas intervenciones y manipulaciones de la vida en todos sus ámbitos; quienes darán cuenta de esto serán las futuras generaciones, aquellas que defendemos para que sean nutridas y sostenidas por la tierra, y para que puedan tener opciones diversas de nacimiento, como ser acompañadas y recibidas en su llegada por parteras y su comunidad. Todos los caminos son necesarios.

 

SILENCIAR LA VOZ DE LAS PARTERAS

AURA RENATA GALLEGOS

(PARTERA DESDE LA TRADICIÓN), XALAPA, VERACRUZ

Próximamente mi voz será capturada por la Secretaría de Salud. Quizás ésta sea la última vez que mi palabra pueda ser publicada. Mi libertad de expresión quedará presa de los designios de la institución sanitaria si quiero que mi quehacer como partera sea “autorizado” por quien apenas dirá que soy una No-Profesional que Presta Servicios. Si logro ser una no-partera autorizada aceptaré la censura, aceptaré que no llegue hasta ustedes mi voz sobre la libertad de las mujeres para gestar, parir y lactar a voluntad.

La intención de hacer textos, artículos, participar en programas, podcast, hacer círculos de embarazo y demás, ha sido siempre ampliar el horizonte de posibilidades sobre nuestro crear la vida y cómo ponerla en el mundo. Siempre he partido del derecho a la información, a saber, a conocer que existen opciones: parto en casa, parto en hospital, parto violentado, parto humanizado, cesáreas necesarias y cientos de miles de cirugías que cada año no debieron ser; parteras y gineco-obstetras, tradición o lógica médica.

Sí, tomaría contra mi voluntad la mordaza si acepto mi subordinación ante la institución sanitaria y su cultura médica, sus prácticas y métodos sobre mi quehacer y además me autorizan bajo sus reglas que son otras, no las mías, ni las de mis maestras, ni las de las abuelas, ni las que las mujeres que llegan pidiendo mi atención quieren y necesitan.

El numeral 6.4.8 del proyecto de Norma para la práctica de la partería estipula que “las personas no profesionales autorizadas para la prestación de servicios de partería deben limitar la información que publicitan en materia de salud en medios de comunicación o publicitarios a fin de garantizar la seguridad y la confidencialidad en materia de salud de la población en general”.

Las parteras hablamos, sentimos, rezamos, pensamos, argumentamos, abrazamos, sostenemos, difundimos que el parto es un evento crucial en la vida de las mujeres y que puede ser un lugar de tránsito espiritual que nos arraiga a la gran madre, la Madre Tierra. Difundimos porque confiamos en las mujeres, su libertad y su derecho para decidir dónde, cómo y con quién parir. Desde esa certeza, la NOM 020 no sólo trata de regular la práctica de la partería, sino que busca impedir el acceso de las mujeres a su derecho a la información y el ejercicio de su libertad reproductiva. La libertad de las parteras es la libertad de las mujeres.

 

ESPIRAL DE LA VIDA

VIRGINIA PÉREZ DÍAZ

(U’UNK JÄÄXPË, AYUUJK JÄ’ÄY), OAXACA

El día, el sol, la claridad, el cosmos-universo, la actividad humana.
La noche, la luna, las estrellas, la oscuridad, el descanso humano.
La tierra, alimento, crecimiento-transformación, el cuerpo humano, las plantas, los animales, las rocas.
El agua, los manantiales, sus caudales, el hielo, la sangre-vida.
El aire, el viento, la respiración, expansión-contracción, humanidad.
El metal, las piedras-rocas conexión tierra universo-espacio permanencia-sutileza dureza-líquido.
Toda la naturaleza tiene su propio orden, su tiempo, espacio y así la vida humana por miles de generaciones se ha transformado; nuestras células se han ido adecuando al presente cotidiano, las plantas y los animales, el universo mismo ha hecho lo suyo. Una Maestra dice “la vida quiere vivir” pero también hay que acompañarla, cuidarla y ayudarla cuando es necesario.

Así se crearon-formaron dentro del orden las cuidadoras y los cuidadores human@s, cuidando unos de otros, echando mano de lo que la naturaleza nos da: plantas, animales, minerales, barro y los elementos, para reorganizar y armonizar el cuerpo en su equilibrio.

Dentro de esto están los hueseros, los chupadores, los guías espirituales, lectores de maíz, de velas, de aguas y otras muchas formas; las parteras y parteros que han sido guardianes del portal de vida y de las transiciones que toca vivir.

Cuando se tiene aún el privilegio de poder convivir en comunidad, el núcleo familiar es quien acompaña y guía el embarazo, el parto y el postparto, porque es del conocimiento de la familia cuando empiezan las señales que anuncian la pronta llegada de un bebé.

Entonces, si durante el embarazo no hay molestias consideradas no normales, esperarán el momento del parto en casa y alguien que por experiencia de su propio parto y/o por haber acompañado a las familiares es quien corta el cordón umbilical —ya sea la mamá de la mujer embarazada, la suegra, alguna tía o prima mayor o vecina. Cuando había síntomas avisando que algo no estaba dentro de lo normal, se llamaba a la partera para que acompañara, guiara y acomodara al bebé.

Ahora bien, si esto había sido una cotidianidad de muchas generaciones en nuestras comunidades, la realidad actual de la partería comunitaria es otra a partir de que el sistema de salud “integró” a las parteras desde un listado y es quien marca qué sí y qué no pueden hacer las parteras.

Y lo que sí pueden hacer dentro de su comunidad es visitar casa por casa para registrar el nombre de la embarazada —a pesar de que la mujer y familia no quieran ir al centro de salud o al hospital—, también se les ha delineado de qué edades pueden atender un embarazo y sólo para sobadas. Para el parto sin discusión hay que mandarlas al hospital. Es el único lugar que consideran seguro.

A las autoridades de los municipios se les condiciona y tienen que mandar a las mujeres embarazadas al hospital si quieren que se mantenga el Centro de Salud y que manden médicos (en Tlahui hay 1 médico para su total de 9 mil 653 habitantes censados por el INEGI en 2020). Ésta fue la respuesta-compartencia del regidor de salud en 2016.

Aquí es donde, para mí, se violenta la decisión de la familia y se fractura el conocimiento de la sabiduría ancestral, al decirle a la partera lo que sí puede y debe hacer y lo que no.

Desde hace años no se les permite a las familias ejercer su decisión del cómo, dónde y con quién recibir a su bebé. A mi parecer, se contraviene esta disposición de cuido, porque se arranca a la mujer de su hogar para llevarla al hospital, porque “así debe de ser”.

Para mí, ser partera ha sido el sentir, vivir y vibrar esta conexión con la vida, y su portal. Entender y comprender el lenguaje del universo a través de la manifestación y de la palabra del otr@.

Es como cuando podemos ir entendiendo y volviendo a la comunicación con nuestro propio cuerpo físico, emocional, espiritual y mental; cuando entendemos y sabemos que los síntomas a los que, en el otro sistema (alópata-científico) se le llama “enfermedad”, en nuestro lenguaje cotidiano le llamamos “el mensajero”, y así nos llega el mensaje de las opciones que nos da la vida como misión.

Y es aquí y es allá, en todas partes, porque tod@s venimos de una sola raíz, de una sola esencia, de una sola madre- padre, el principio de la creación.

Y como las ciencias de las matemáticas lo describen y sintetizan en números, hay un 1 y un 2, y de allí el planeta ¡se ha poblado y multiplicado!, pero esa raíz-esencia es la que nos une, la que se ha dispersado por el mundo.

Entonces, la partería se hace presente para acompañar- ayudar en estos momentos donde se requiere la contención y la manifestación del amor, respeto y cuidado por este portal de vida.

La migración ha sido uno de los sistemas más eficaces para debilitar a los pueblos y comunidades. Familias enteras hoy día viven en las grandes ciudades, ¿ello les obliga a perder su identidad?, ¿dejan de pertenecer a su pueblo de origen?, ¿dejan de tener raíz e historia?

Comparto una anécdota: hace poco, a mi entender, un papá estaba confuso respecto a lo que es una partera —porque justo aquí es donde hay que clarificar y desde el respeto a cada forma, que cada una tenga su nombre y su lugar, para ayudar a entender al sistema al que se pertenece— y mientras sobaba a su esposa, afirmó que yo como partera vivía en mi superstición.

En ese momento fue tratar de explicar con claridad lo que no tiene palabras y es que cuando sobo, mi cuerpo procesa la energía a través de eructos. Eso ha adquirido diferentes nombres como superstición, lo sobrenatural, la brujería, etcétera. Pues ya no es tan fácil mirar lo que no se quiere mirar o no se puede mirar.

Hoy me siento orgullosa de ser esa superstición que ese otro no entiende, pero que de alguna manera busca para volver a conectar consigo mismo, pues el parto aquel fue la manifestación más divina que antes haya vivenciado de la entrega de esta mamá para recibir y permitir la llegada de su bebé al mundo, dejándome la vida misma ser parte, y ser “la superstición” quien acompañó esta magia vital.

Y quien aún no ha sido saboteado y convertido, extrayendo de su ser el poder de su confianza hacia su propio poder; decide por sí mism@ y por su vida, a su elección.

Para qué quieren seguirnos esclavizando, saboteando y diciendo que se preocupan por la salud de su pueblo, cuando están siendo apurados por aquellos más, los innombrables, los que no dan la cara y que usan al gobierno para justificar las atrocidades contra la humanidad.

Permitamos que la vida humana continúe. Volvamos a la observación, a la escucha atenta, hacia esta conexión inherente entre todo lo que tiene sentido, el respirar, el compartir, la salud en el equilibrio.

Somos la fuerza, somos la energía, somos la humanidad que toca cuidar lo humano.

Aprendamos a cuidarnos, a defendernos, a crear un eslabón para unirnos, para frenar cualquier tipo de genocidio extractivista.

“Respeto al derecho de los pueblos indígenas, su libre determinación y autonomía”. Entonces, ¿por qué y para qué quieren violentar los derechos de los pueblos indígenas cada vez más, y sobre todo, delineando la manera cómo deben regirse dentro de las comunidades? ¿Dónde queda el respeto que se afirma y se ha firmado inclusive en convenios internacionales?.

 

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