ALIANZA CONTINENTAL EN DEFENSA DE LOS TERRITORIOS / 331
Centro Yajxonax, Tierra Bonita, en el Istmo de Tehuantepec. Entre el 10 y 12 de octubre de 2024 aquí se llevó a cabo el Encuentro Continental Construyendo una Alianza contra Gasoductos y Otros Megaproyectos en Defensa de los Territorios de los Pueblos Originarios. Se juntaron 374 delegados y delegadas, así como representantes de pueblos y organizaciones indígenas, ambientalistas, académicos y comunicadores, provenientes de 20 estados de la República Mexicana, de 22 pueblos indígenas y de 11 países. El 12 de octubre, a 532 años de resistencia indígena, negra y popular, se pronunciaron en contra de la guerra y de otras formas de violencia, así como por una lucha que parta del apoyo mutuo y de la sororidad, así como de acciones de comunicación comunitaria y popular orientadas a procurar territorios libres de minería, hidrocarburos, represas, parques eólicos e industriales y basureros tóxicos. Una lucha continental en defensa de los derechos y los territorios.
El propio encuentro fue derivado del mismo principio, el apoyo mutuo y la autogestión, de la aportación de diversas comunidades y organizaciones. De la región del Istmo 42 comunidades ofrecieron pan, café, leña, azúcar, arroz, pollo, además de su trabajo para recibir a las y los visitantes, y se logró juntar por organizaciones solidarias el pago del transporte para el traslado de compañeros y compañeras de todo el continente.
El lugar es significativo por diversas razones. El Istmo de Tehuantepec históricamente ha sido un espacio estratégico y en la actualidad se ha erigido como enclave de la integración regional y la articulación económica entre México, Estados Unidos y Canadá y de la relocalización de las cadenas de suministro y producción que se conoce como nearshoring. Desde la perspectiva de los pueblos en resistencia y, en palabras de Carlos Beas de la Unión de Comunidades Indígenas de la Zona Norte del Istmo (UCIZONI): “La lucha de los pueblos del Istmo es una lucha muy larga… a partir de los últimos treinta años la ofensiva del gran capital ha estado invadiendo con mucha fuerza nuestros pueblos. Hemos dado una lucha muy fuerte en estas tierras, tenemos 25 compañeros y compañeras sujetos en proceso penal por oponerse al corredor interoceánico del Istmo de Tehuantepec y en esta nueva fase sabemos de la importancia que tiene construir y reconstruir las alianzas con las organizaciones, pueblos, colectivos y colectivas de otros países que también están luchando en contra de empresas transnacionales”.
Uno de los objetivos del programa fue aproximarse de manera conjunta a los procesos de transnacionalización del capital y el despojo de los territorios y su impacto a escala continental. Con el amparo de los diversos tratados de libre comercio se ha desplegado en los territorios una agenda transnacional que abarca los emprendimientos agroindustriales, el turismo a gran escala, la minería y la producción y distribución energética. En la perspectiva del Grupo CLACSO, ya sea con la libre conducción de las empresas o bajo la rectoría del Estado y la promoción de alianzas públicas-privadas, se ha favorecido la regionalización y relocalización que han generado “zonas específicas de intensa acumulación y de intensa conflictividad social”.
De igual manera, Carlos Tornel, enfatizó el papel del Estado como un operador del capital y el despliegue de una ingeniería social para conseguirlo. Enfatizó una condición actual para hacer posible la reproducción del capital: la guerra y el uso de la violencia cada vez más cruenta, así como de la concentración del valor aparejada a la producción de territorios de sacrificio. En ese marco se distingue la explotación de recursos y la crisis energética, como advirtieran Luca Ferrari, Claudia Campero y el Colectivo Geocomunes; no sólo cuesta más conseguir los insumos necesarios para la reproducción del capital, sino que se han generado dependencias favoreciendo a las corporaciones energéticas de Estados Unidos y Canadá. Es el caso de México, que se ha subordinado y vuelto importador de gas para la generación de energía eléctrica. El país se ha vuelto en uno de los principales destinatarios de ese gas producido por fracking y se ha convertido también en un enclave para exportar ese gas excedente a Europa.
DONDE SE JUNTA E INICIA TODO
En Yajxonax se compartieron diversas estrategias de lucha, que van desde el fortalecimiento de las asambleas, las alianzas intercomunitarias y regionales, multiplicación de formas de comunicación autónomas, luchas legales fundamentadas en los derechos colectivos y de la naturaleza, acciones directas y prohibición de proyectos extractivos en los territorios y control territorial a través de la producción de los propios alimentos.
El modelo extractivo no es exclusivo del Sur, como bien dejaron ver representantes de los pueblos lakota y de Nuevo México, de Estados Unidos y de las primeras naciones de Canadá, también han visto sus territorios convertidos en zonas de sacrificio por la producción y distribución de hidrocarburos, energía nuclear o desechos tóxicos. Frente a esto, representantes de la primera nación wet’suwet’en pusieron énfasis en los procesos de reocupación del territorio, así como proyectos autogestionarios de conservación y la articulación del conocimiento ancestral con el uso de herramientas de Occidente, “jugando con sus propias reglas”. Destaca el uso de diversos medios para “desenmascarar el movimiento empresarial y la “verdad del financiamiento” de los emprendimientos, la complicidad del gobierno canadiense y de Estados Unidos, exhibiendo su “limpiamiento o greenwashing” y atacando la reputación de las empresas. Aun cuando destacan las diversas alianzas, advierten la importancia de la conducción de los movimientos, equiparando a los abogados y a algunas organizaciones con los taxidrivers, quienes tienen su propia ruta y agenda, por lo que los pueblos deben tener el control de sus propias luchas de principio a fin.
Por su parte, Maribel Cervantes Cruz, defensora del territorio, originaria del sur de Veracruz de la Sierra de Santa Marta, donde se construye bajo la alianza de TC Energy y la CFE el gasoducto Puerta Sureste —el cual se pretende provea de gas desde Texas cruzando por el Golfo de México— explica su lucha y el impacto de este emprendimiento en clave nuntajiyi.
“Nosotros creemos que todo lo que habita en nuestro territorio tiene vida, el agua, el mar, la tierra, los cerros, el aire, el mismo fuego… ellos tienen vida para darnos vida a nosotros y nosotras. Tenemos que pedir permiso y entonces son los chanes, chanewewe es el abuelo guardián y chanechomo es la abuela guardiana, diferentes guardianes. Por eso para nosotros es importante reconocerlos a ellos, recordarlos y hacerlos parte de nosotros porque ellos también forman parte de esta lucha, porque ellos también son los que nos dan esa fuerza. Nuestro guardián del mar es Nukwewe, es quien habita el mar y es nuestro guardián, el mar lo concebimos como la gran cascada, es el lugar donde se junta todo y se inicia todo. Destruyen y matan a esos guardianes del mar y del cerro que son los que habitan y cuidan ahí, por ende, también destruyen la vida de las comunidades porque los hombres y mujeres dependemos de lo que ahí se produce”.
El Estado y el capital han pretendido reorganizar el espacio, pero desde luego, como explica Maribel y otros defensores del encuentro continental, estas regiones donde se establecen enclaves de explotación, cadenas de suministro, inversiones, contratos y ganancias son los territorios donde habitan históricamente poblaciones, espacios vitales y ecosistemas que han sustentado la existencia de múltiples comunidades humanas y extrahumanas. La otra cara del progreso y desarrollo es la devastación, pero también lo es la identidad, la memoria y las luchas por el territorio.
Ver la Declaratoria de Yajxonax: https://defensadelterritorio.sutty.nl/