EL MAÍZ SIGUE DANDO DE QUÉ HABLAR / 331
El 28 de septiembre se presentó públicamente en Cencalli (la llamada “Casa del Maíz y la Cultura Alimentaria”), en el espacio abierto a los intercambios en Los Pinos, durante la celebración del Día del Maíz, un documento titulado Expediente Científico sobre el Maíz Genéticamente Modificado y sus Efectos. Efectos del maíz GM sobre la salud humana, el ambiente y la diversidad biológica, incluida la riqueza biocultural de los maíces nativos en México, elaborado por el propio Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (Conahcyt).
El estudio en cuestión es sin duda la sistematización más acuciosa y detallada que se ha podido generar y publicar por parte de una instancia oficial como el Conahcyt. Sorprende la profusión de estudios, datos y evidencias, de “aspectos técnicos y científicos indispensables para entender los efectos del maíz GM sobre la salud humana y el ambiente”. Igualmente sorprende la cantidad de referencias de todo tipo de publicaciones, páginas, journals, que dan cuenta del nivel de detalle que está incluido y considerado en el Expediente.
El texto es sin duda un dossier científico-técnico y no tiene una fácil lectura porque la revisión dedicada de cada lector o lectora implica horas de seguirle la pista a todas las tramas abiertas. Tal vez podría haberse enriquecido con muchos más aspectos sociales y políticos que las comunidades y los grupos interesados pulsan desde sus regiones o a nivel nacional en defensa del maíz.
Por eso mismo no haremos aquí una reseña que busque acercarnos a la veracidad técnica posible (eso las mismas referencias lo amparan) sino que es importante acercarnos al enfoque político que el estudio implica.
Como ha dicho un comentarista de la política en el país, que no es afín ni cercano al gobierno que acaba de terminar su periodo ni al nuevo, “éste es un manual, incluso didáctico, para emprender el entendimiento, la crítica y el activismo contra los maíces transgénicos y el glifosato y los agroquímicos en México”.
Y lo que primero salta a la vista es que la intención original de este amplio estudio fue responder “a una petición de la Subsecretaría de Comercio Exterior como parte de la colaboración del Conahcyt en la atención a la controversia sobre el maíz transgénico en el marco del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). Lo anterior, con fundamento en el artículo 63, fracción I de la Ley general en materia de humanidades, ciencias, tecnología e innovación”, página 152.
La fundamentación política del estudio queda clara en la presentación o “resumen ejecutivo”. El documento insiste en que desde que comenzaron a circular los primeros OGM prácticamente no hay evidencia cientifica “de que los OGM carezcan de efectos negativos para la salud humana, para la integridad del ambiente y la diversidad biológica”. Además, la comunidad científica ha insistido “en los riesgos potenciales y en los daños sobre el futuro del maíz y los daños a las personas”.
Aunque “no existe un consenso científico sobre la seguridad del consumo humano o animal y de la liberación al ambiente de los cultivos transgénicos”, sí existe un corpus científico que muestra que “la transgénesis es una tecnología imprecisa con efectos no esperados ni deseados; en especial, se han demostrado los riesgos y daños que implica”.
Es decir, el documento enfatiza (y deconstruye con casos concretos) las implicaciones de introducir maíz GM en poblaciones y variedades de maíz nativo, y las consecuencias negativas “en los ámbitos ambiental, biocultural, social, económico y político”. Esto se ha demostrado mediante diversas investigaciones científicas, de “personas científicas libres de conflictos de interés”.
Se ha demostrado el daño ambiental, pero también el daño “en la salud de animales de laboratorio y de granja, principalmente en los órganos de sus sistemas reproductivo y digestivo; así como reacciones inmunológicas y alérgicas exacerbadas, aumentos en las tasas de mortalidad y desarrollo de enfermedades crónico-degenerativas, con énfasis en el desarrollo de cáncer”.
Algo que hay que resaltar y que ni el panel de controversias del T-MEC parece querer reconocer es que el maíz transgénico está indisolublemente asociado a plaguicidas altamente peligrosos, que forman parte del paquete tecnológico asociado a su cultivo. Las personas y animales que consumen alimentos con ingredientes con base en este OGM, se encuentran expuestas a sus perniciosos efectos; “en especial, los del glifosato que ha demostrado, aun a dosis bajas, tener efectos carcinogénicos, por diversas vías; actuar como disruptor endócrino y alterar los sistemas reproductivos”, además de provocar “diversas enfermedades metabólicas y afectaciones en distintos órganos y sistemas”.
Ya hace poco más de un año la organización internacional GRAIN cuestionaba al gobierno estadunidense afirmando: “Para Estados Unidos, el decreto de 2020 fue suficiente para activar las alarmas y cuestionar que México prohíba, aun de modo paulatino, la importación de maíz GM y el uso del glifosato. Después de todo, Estados Unidos es la fuente principal de las importaciones mexicana de maíz (y 90% de la producción maicera estadounidense es GM)”. Porque la industria insiste en que el glifosato en particular no es nocivo. El documento de GRAIN también salía al paso de la postura estadunidense, y del establishment científico en el mundo, por lo que podemos considerar una ceguera totalmente artificial y sesgada. “Preocupa su insistencia en que México no ha mostrado evidencias de que los OGM ocasionen efectos nocivos a la salud aunque existan archivos inmensos de evidencias que México ha puesto a disposición. Y aunque México haya convocado a un Foro para evaluar los efectos de los OGM sobre la salud humana justo en mayo pasado, con una presencia internacional impresionante, esto no conmueve al lobby científico estadounidense y/o mundial. La tecno-ciencia corporativa tiene literalmente controlada a la academia, a las revistas científicas y a los medios que no permiten un debate respetuoso. En México hay fuerzas grandes de su lado, como el entonces secretario de Agricultura mexicano, Víctor Villalobos, antiguo colaborador de Monsanto”.
Este dossier, es con toda claridad, una sistematización decantada de tales inmensos archivos de evidencias, resumidas en un documento legible y que cumple los estándares de cualquier tipo de ciencia, y tiene el fin de usar este cuerpo de evidencias para salir al paso de las pretensiones expansionistas del T-MEC.
Extraña de sobremanera entonces que después de su presentación en Cencalli, cuando se hizo público, el documento haya tardado en subirse a la página de la Cibiogem (se subió el 25 de octubre) y fue eliminado de la página el 27 de octubre.
¿Cuál es la razón de eliminar un expediente que a todas luces es un documento que sistematiza todo eso para lo que, alegan, México no tiene pruebas? Por eso, mientras se aclara la desaparición del documento y se repone en su página original, puede consultarse en Biodiversidad.org.