LEONARD PELTIER Y EL INDULTO AL CAZADOR BLANCO / 332 — ojarasca Ojarasca
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LEONARD PELTIER Y EL INDULTO AL CAZADOR BLANCO / 332

HERMANN BELLINGHAUSEN

La celebración anglosajona del Día de Gracias ocupa un lugar central en el calendario festivo estadunidense. En un comentario alusivo a la fecha, los periodistas Amy Goodman y Denis Moynihan recordaron una “tradición” política según la cual el presidente en turno puede aprovechar la festividad, en base a su facultad constitucional “de conceder indultos y perdones por delitos cometidos contra Estados Unidos”, para liberar a personas que lo ameritan.

De los presidentes republicanos poco cabe esperar, pero de los demócratas, quién sabe por qué, el progresismo mantiene viva una clase de esperanza de que éstos hagan justicia con magnanimidad. Un “firme candidato” para recibir el indulto presidencial, como lo pidió recientemente Amnistía Internacional-Estados Unidos, es Leonard Peltier, activista y pensador anishinaabe y lakota, encarcelado hace cerca de medio siglo por un crimen que nunca se probó, y él sostiene su inocencia incansablemente.

Pese a las expectativas, en los veinte años de sus respectivos periodos, ni Bill Clinton, ni Barack Obama, ni Joe Biden fueron capaces de hacer justicia resistiéndose al fin al potente chantaje institucional de las policías de Estados Unidos. De Biden, el verdugo de Gaza, se podía esperar aún menos que de los otros, pero aún así hubo quien insistiera.

Durante el fin de semana preinvernal de Acción de Gracias, la población blanca celebra el mito buenaonda de una comida compartida en 1621 entre los indígenas de Massachusetts y los colonos ingleses, quienes luego desplazarían a los primeros de manera violenta.

Lo que hizo el decrépito mandatario saliente fue indultar a su propio hijo Hunter (literalmente “cazador”). Este sujeto sería sentenciado en diciembre por dos cargos federales: por la compra ilegal de un arma de fuego, y evasión de impuestos en California. Aunque el presidente declaró varias veces que no lo haría, finalmente sacó a su millonario vástago del atolladero judicial. Para el indio la justicia es otra, o sea, ninguna. En un recuento suscinto del “caso Peltier”, Goodman y Moynihan expusieron el 2 de diciembre:

El caso de Peltier condensa la era moderna de la resistencia indígena. Tras varios siglos de genocidio por europeos, para la década de 1950 la mayoría de los pueblos indígenas de América del Norte que lograron sobrevivir habían sido confinados en reservas, en condiciones de pobreza y aislamiento.

La industria cinematográfica de Hollywood se apropió del rico y vibrante mosaico cultural de los pueblos indígenas, lo redujo a una mera caricatura y lo explotó monetariamente. Muchos indígenas se mudaron a las ciudades en busca de oportunidades económicas, pero siguieron enfrentando racismo y discriminación. En este contexto, y en pleno auge del movimiento por los derechos civiles y la fuerte movilización social de la década de 1960, nació el Movimiento Indígena Estadunidense (AIM, por sus siglas en inglés).

En 1973, este movimiento llegó a Pine Ridge, una reserva indígena en Dakota del Sur, donde un gobierno tribal corrupto, en connivencia con las autoridades federales y locales, estaba llevando a cabo un violento proceso de represión contra el creciente movimiento comunitario que intentaba recuperar las prácticas tradicionales e impedir que las industrias extractivas explotaran los territorios ancestrales. Más de 50 miembros de la tribu lakota y personas aliadas de su causa fueron asesinadas allí durante un periodo de tres años.

El 26 de junio de 1975, Leonard Peltier se encontraba en un campamento del AIM establecido en la propiedad de una familia atacada. Personas no identificadas dispararon contra el campamento y los miembros del movimiento repelieron el ataque con disparos (de sus armas legales). Dos agentes del FBI y un joven activista indígena murieron durante el tiroteo. Dos indígenas fueron arrestados y acusados de matar a los agentes. En el juicio, el jurado determinó que los acusados habían disparado en defensa propia y los absolvió. Leonard Peltier, quien fue arrestado tiempo después, enfrentó un juicio por separado y fue condenado. El proceso estuvo plagado de conductas indebidas por parte del FBI y de los fiscales federales, mediante intimidación a testigos, falsos testimonios y retención de pruebas exculpatorias.

Todo ello, cabe añadir, ampliamente probado a lo largo de numerosas diligencias a las que el sistema de justicia nunca hizo caso.

Mientras Peltier era juzgado en 1976, Joe Biden, entonces un joven senador, se convertía en miembro fundador del Comité Selecto del Senado sobre Inteligencia. El comité se constituyó luego de las impactantes audiencias realizadas por el Comité Church, que investigó y reveló las acciones ilegales e inconstitucionales del FBI y las operaciones de su programa de contrainteligencia Cointelpro (Counter Intelligence Program), dirigidas contra líderes y organizaciones defensoras de los derechos civiles, entre ellas el AIM.

Surgió entonces un movimiento global que exigía justicia para Leonard Peltier. El presidente sudafricano Nelson Mandela y el arzobispo Desmond Tutu pidieron su liberación, como también lo hizo uno de los jueces federales involucrados en el caso y, años después, uno de los fiscales que mandó a Peltier a prisión.

PECADOS DEL ALMA

También lo hicieron centenares de personalidades en todo el mundo. Amnistía Internacional lleva décadas haciendo campaña por la liberación de Peltier, y este año pidió nuevamente a Biden conceder tal gracia al admirable líder y pensador lakota. Hace mucho que la salud del octagenario Peltier está muy quebrantada. En junio y en octubre necesitó ser hospitalizado. El también octagenario Biden pudo ser un poco decente por una vez, pero prefirió no hacerlo. La familia (blanca) es primero. ¿Creen ustedes que Donald Trump lo considerará siquiera? El hostil (en jerga yanqui) morirá preso.

A fines de octubre, Biden visitó la Comunidad Indígena de Gila River (Arizona) y ofreció una disculpa formal por el trato del gobierno estadunidense a los niños y niñas indígenas internados a la fuerza, casi secuestrados, en internados. Al ser revelada en Canadá hace poco, la historia paralela causó conmoción mundial y una disculpa del papa. Esto dijo Biden:

Hubo cientos y cientos [sic] de internados para menores indígenas gestionados por el gobierno federal en todo el país. Decenas de miles de niños y niñas ingresaron a ese sistema. Se documentaron allí casi mil muertes de menores, aunque es probable que el número real sea muchísimo mayor (sic). Se perdieron generaciones completas, además de culturas y lenguas. Se perdió también la confianza. Fue algo sumamente atroz. Es un pecado en nuestra alma.

Nick Tilsen, director ejecutivo de la organización indígena Colectivo NDN, expresó al respecto en una entrevista: “Lo que esto significa para las comunidades indígenas es que esperamos que sea el comienzo de una era de reparación entre el gobierno de Estados Unidos y los pueblos originarios de esta tierra. Leonard Peltier estuvo en uno de estos internados, en el Sisseton-Wahpeton, en Dakota del Sur”. Como él, destacó Tilsen, muchas personas más que sobrevivieron a esos internados se convertirían luego en líderes del Movimiento Indígena Estadounidense. “Atravesaron esa etapa y luego se incorporaron a la resistencia”.

Biden demostró que sus palabras fueron hipócritas y oportunistas. La impunidad de los ricos y la clase política de su país rige en los hechos. Los presos de conciencia como el afroestadunidense Mumia Abu-Jamal y el propio Peltier pertenecen a otra clase: la de la gente desechable. Al conmutar a su hijo desobediente e ignorar a Peltier, Biden dio una prueba más de que el “faro de la democracia” es una falsedad, muy bien representada en su Día de Acción de Gracias que, como la historia registra, fue seguida de una masacre de indígenas a cargo de los agradecidos cristianos, salvados del hambre por la generosidad de aquellos nativos, los “palestinos” del siglo XVII. Recordemos que el agradecido Hernán Cortés tampoco había cantado mal las rancheras. La gratitud blanca se paga en muerte.

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