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PAPALOCTIPAN: LA LUCHA POR LA TIERRA Y LA MEMORIA

ELIANA ACOSTA MÁRQUEZ

Con nombre de mariposa derivado del locativo en náhuatl, Papaloctipan tiene un origen y nombre más antiguo y en totonaco, la lengua originaria de quienes habitan esta comunidad ubicada en el actual municipio de Tlacuilotepec en la Sierra Noroccidental de Puebla.

Don Manuel Cruz, integrante del Consejo de Ancianos, campesino, músico y sabedor hace memoria junto con otros papalenses en una asamblea en el auditorio, espacio central del sistema normativo comunitario donde también se puede apreciar un mural con símbolos propios de la comunidad, de su historia y de sus costumbres. Ahí hablan del Totonyacat, “Tres Lagunas”, nombre en totonaco que aprendieron de sus padres y abuelos y que rememora la existencia de la comunidad antes de la llegada de los españoles, su territorio antiguo y transitar en la región. Ahí donde también se nombra Agua Zarca, se encuentra el panteón de la comunidad, pero ya no están más las lagunas que le dieron nombre; una de ellas se perdió recientemente con la autopista Tuxpan junto con dos pirámides que fueron morada de sus antepasados.

Hoy día Papaloctipan forma parte de Tlacuilotepec, municipio colindante de Xicotepec, Tlaxco, Jalpan, Pahuatlán y Naupan donde cruza el río San Marcos que nace en el estado de Hidalgo hasta desembocar en el estado de Veracruz con el nombre del río Cazones. En la parte baja de la sierra, a unos 600 metros de altitud, se encuentra esta comunidad de cerca de 1,800 habitantes donde la mayoría habla fluidamente el totonaco y también el castellano. Pueblo mayoritariamente campesino que aun con los cambios del clima siembra dos temporadas, una en junio y otra en diciembre, café, jengibre, maíz, frijol, lima, ajonjolí, plátano, entre otros cultivos para el autoconsumo y una parte para la venta.

Aquí como en otras partes de la sierra predomina la pequeña propiedad y buena parte de la población se ve obligada a rentar un pedazo de tierra para sembrar. También han visto con el tiempo el desplazamiento de las milpas y la merma del monte por los potreros con ganado mayor que son propiedad de los “ricos”, como identifican a los caciques que acaparan la tierra. Con el programa Sembrando Vida algunos se han beneficiado, especialmente los que ya tenían potreros, no obstante, la mayoría de los campesinos y milperos, aun cuando cuentan con sus papeles en regla, no tienen las 2.5 hectáreas que se requiere para ingresar al programa.

En esta comunidad donde se afirma que “sin el campo no vivimos” desde hace quince años se lleva a cabo una lucha por la restitución de la tierra, que a su vez es una lucha por la memoria y la autonomía. En asamblea don Santiago Fernández recuerda cómo en la Presidencia Auxiliar recuperó los documentos que acreditan la propiedad de la tierra de Papaloctipan y su origen como cabecera municipal. A punto de ser quemados, logró salvar Los Títulos del Pueblo de San Francisco Papaloctipan que demarca los linderos. Con fecha de 1714, reconocido por la Real Audiencia y avalado por el Escribano Real, este documento además de marcar los linderos con las tierras y aguas que pertenecen a Papaloctipan consta los límites de los pueblos vecinos y el pago de derechos. Estos Títulos serían avalados en 1870 por un escribano público en Huauchinango y se encuentra también una copia fechada en 1903.

Junto con los linderos que abarcan veintidós comunidades, la mayoría de origen totonaca, rememoran que Papaloctipan fue cabecera municipal, antes alcaldía, hasta 1903. De eso queda memoria en la antigua presidencia, “no auxiliar sino municipal”, edificio histórico que la actual autoridad municipal estuvo a punto de demoler para extender una nueva construcción de la escuela primaria y bajo la argucia de que esta presidencia sería reubicada. Lo cual denunciaron ante el INAH y lograron evitar mediante el Consejo Regional Indígena y con el apoyo del Instituto Poblano de Pueblos Indígenas.

Los papalenses cuestionan: si la presidencia municipal era de Papaloctipan y las tierras son nuestras, ¿por qué no las tenemos? Aun cuando las respuestas se encuentran en la comunidad, las condiciones implicadas forman parte de un proceso compartido con otros pueblos de la región. La irrupción de la población peninsular y mestiza marca múltiples cambios, en particular, el control económico y político de lo que serían las cabeceras municipales por medio de familias y linajes que sucesivamente han heredado el poder hasta la fecha y han acaparado la tierra y promovido la sustitución del uso de suelo y productos con fines comerciales destinados precisamente al centro de México a través de dos principales rutas: Tulancingo y Huauchinango. Este proceso que inició durante la Colonia se agudiza en el siglo XIX, sobre todo a partir de las reformas liberales, la desamortización de las tierras comunales y el predominio de la propiedad privada. En este contexto se acelera el acaparamiento de tierras y lo extenso de la producción de café, cultivo que, junto con la ganadería extensiva y la caña de azúcar, reconfiguró la región y favoreció la formación de una oligarquía local que ha reproducido su poder e influencia hasta el presente bajo la figura de diferentes partidos políticos, hoy con el control de Morena y sus partidos satélites.

En Papaloctipan han procurado una alianza entre las comunidades totonacas y emprendido una lucha legal, así como la intervención del gobierno federal para recuperar sus tierras. En 2019 llevaron a cabo una Primera Asamblea Regional de los Pueblos Indígenas donde, en Paloctipan como sede del encuentro, reivindican el derecho a la municipalidad como pueblo indígena tomando como fundamento sus Títulos de Tierras de origen colonial. Presentaron una demanda que fue atraída en el Tribunal Agrario de Tuxpan. Así, con base en el Artículo 2 Constitucional y el Convenio 169 de la OIT demandaron su derecho como comunidad indígena a la “desocupación y entrega de una superficie de 14,995-78-71 hectáreas”.

Sobre esta historia declaran en asamblea: “Hicimos la demanda, pero entran los ricos, nos echaron pa abajo porque cada vez nos piden una cosa. Nos enfrentamos allá… Pero este ir y venir en el tiempo, ellos cada vez que nos citaban llevaban millones y así nos fueron negociando. Hemos ido a Palacio Nacional y aparentemente es fácil pero cada cosa tiene su dependencia. Los de la Sedatu [Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano] nos dicen que ellos están repartiendo tierras donde hay resolución presidencial y no se han repartido”.

Continúan con la lucha por la tierra y parte de ella es la memoria de su territorio a través del fortalecimiento de el costumbre, la recuperación de danzas especialmente por las mujeres o al pintar su devenir en un mural, precisamente en el auditorio donde se reúnen para hacer comunidad, generar estrategias de lucha y cantar su historia que también se escucha en el corrido que compuso don Manuel: “Soy orgulloso de ser un pueblo, de un pueblo viejo muy conocido, está ubicado sobre la mesa de un cerro alto donde he nacido. Republicano desde un principio, fue totonaco su gobernador y con los cambios fue municipio del que recuerdo con gran valor. Papaloctipan, pueblo querido, lugar bonito, bendito por Dios, que por tus calles eres distinguido, en la región como tú no hay dos”.

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