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T-MEC Y MAÍZ. SITUACIÓN PARADÓJICA SIN ESCAPE ALGUNO

RAMÓN VERA-HERRERA

El 22 de enero se concretó un efecto directo del fallo del panel intergubernamental del T-MEC para dirimir el asunto de las importaciones de maíz sin previsión alguna, de Estados Unidos a México.

El gobierno mexicano está concretando una iniciativa por la que se reforman “diversas disposiciones a los artículos 4º y 27 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en materia de conservación y protección de los maíces nativos”. El texto propuesto, una reforma al artículo 4º, dice: “El maíz es un elemento de identidad nacional cuyo cultivo debe ser libre de transgénicos, priorizando su manejo agroecológico”. En el 27 también se anota algo parecido: “…en el desarrollo nacional, fomentará la actividad agropecuaria y forestal para el óptimo uso de la tierra libre de cultivos y semillas para siembra de maíz transgénico”.

Y suena muy bien. Es por lo menos la siembra libre de transgénicos lo que hay que defender. Pero ahora, en la LXVI legislatura, para este anteproyecto de reforma que se cocina “para promover la siembra libre de transgénicos”, se excluyó el punto de que no se debe utilizar ningún maíz GM para consumo humano.

En la LXV legislatura, en los diversos estudios de la iniciativa para dictaminar y reformar el artículo 4º y 27 y en la propia iniciativa, decía lo siguiente: En el artículo 4º: “El maíz, alimento básico y elemento de identidad nacional destinado al consumo humano debe ser libre de modificaciones genéticas, como las transgénicas. El país se declara libre de cultivos de maíz genéticamente modificado. Debe priorizarse su manejo agroecológico”.

En el artículo 27, sólo la referencia ampliada al cultivo libre de transgénicos: “fomentará la actividad agropecuaria y forestal para el uso óptimo de la tierra libre de cultivos y semillas de maíz genéticamente modificado, incluido el transgénico...”

Y hay quienes dicen que para qué poner lo del consumo humano si ése fue el punto central de la controversia. Y muchas otras personas insisten en que es clave que esté en la Constitución. Dicen que la propia presidenta ha dicho que eso del consumo humano estará en alguna reglamentación. No obstante, ya pasadas las oleadas del conflicto que duró casi cuatro años, todo se reduce a:

1. La exigencia, a ultranza, de que México tiene que aceptar cualquier producto biotecnológico que Estados Unidos le proponga.

2. Que México tiene que aceptar que EUA le siga exportando su maíz (sin clasificación ni desbroce) con lo que nada tácitamente México acepta la importación que en un alto porcentaje es genéticamente modificado.

3. Se le llama transgénico (y como tal es genéticamente modificado) pero no se aclara que Estados Unidos quiere e insistirá en promover la edición genética, las nuevas formas de los maíces con modificaciones o síntesis genética.

4. México está obligado a esto porque firmó un tratado de libre comercio (el primero de una secuela interminable para el mundo) y su actualización reciente recrudece y extrema las condiciones de una infinidad de asuntos, incluyendo este enojoso conflicto.

5. Todas sus evidencias científicas del daño del maíz transgénico no fueron consideradas por el panel.

6. Por más que México quiera negarse a recibir este maíz, no está en condiciones de frenar ese maíz industrial que le impulsan desde EUA. Y aunque ha sido autosuficiente en maíz blanco para consumo humano, Ana de Ita ha dejado claro que:

Se prevé que este año se produzcan sólo 23.4 millones de toneladas del grano, de las 27 o 28 millones cosechadas al año desde 2016. Esta caída ocurre al término del sexenio que se propuso lograr la autosuficiencia alimentaria y es resultado del desmantelamiento de las políticas agrícolas y de las instituciones de financiamiento y comercialización que sostenían la producción que compite en el mercado abierto con la de Estados Unidos.

Los agricultores comerciales que siembran con riego en el ciclo otoño-invierno, y producen alrededor de 8.8 millones de toneladas, fueron los más afectados. Los pocos programas que mantuvo el gobierno de Andrés Manuel López Obrador dejaron fuera a quienes tienen más de cinco hectáreas de riego. Así, 84 por ciento de la producción de maíz no tuvo ningún subsidio.

La misma Ana de Ita nos aclara que el gobierno “más interesado en bajar los precios de los alimentos que en la seguridad alimentaria del país, promovió las importaciones de maíz por medio del Acuerdo de Apertura contra la Inflación y la Carestía”.

Entonces México no está en condiciones de impedir la importación del maíz estadunidense de la cual 15 empresas se encargan de concretarla, llegando a la cifra récord de 24.5 millones de toneladas, según dato de Luis Hernández Navarro.

Como señala Silvia Ribeiro, “Lo más absurdo de este proceso es que el decreto de 2023 del gobierno mexicano que Estados Unidos llevó al panel de controversias porque afectaría el comercio y exportaciones de maíz a México, no afectaba tal cosa. El decreto estableció que el maíz transgénico no podía ser usado para masa y tortilla en el país, productos que se elaboran con maíz blanco cultivado en México y no con el de importación, que es amarillo y se destina a forrajes y otros usos industriales”.

Lo dijo también Luis Hernández Navarro haciendo un recuento de las presiones que se suman para esta tormenta perfecta que tiene a México literalmente atado de manos:

En síntesis: la comida es un arma política de Estados Unidos. Su balanza agropecuaria es cada vez más deficitaria. Es el más importante productor, consumidor y exportador de maíz en el mundo, con los cariocas pisándoles los talones. El cereal es columna vertebral de su cadena agrícola-industrial. Exporta entre 10 y 20 por ciento de sus cosechas. Este ciclo incrementará su producción. Los grandes consorcios alimentarios tienen un importante poder político en esa nación. Las asociaciones de maiceros poseen una significativa capacidad de cabildeo […] por ningún motivo, la administración de Trump permitirá que se cierre o restrinja el acceso de maíz gringo (abrumadoramente transgénico) a los mercados mexicanos. No se puede dar el lujo de perder ese negocio.

Esto nos lleva a una situación donde no hay escapatoria. Sea lo que sea que se emprenda el resultado no es lo que podría resolver la situación.

La iniciativa debería establecer que está prohibido para consumo humano, pero eso de inmediato contraviene las reglas del T-MEC y regresaríamos al panel de controversias. Si no se especifica, equivale a decirle a EUA que puede hacer lo que quiera, que México acatará las reglas del T-MEC, y que dado que no se hizo lo suficiente por realmente fomentar una autosuficiencia alimentaria como tanto pregonó, México no puede alegar que no quiere las importaciones sólo porque implican un daño a la salud si se consume. Y ni siquiera tiene cómo medir cuánto y dónde está ese maíz que afectará la salud si se ingiere. Como lo señaló GRAIN en su momento:

Se distingue de un modo muy ambiguo entre ese maíz blanco para la elaboración de tortillas […] a partir de la masa [nixtamalizada] […] y el maíz industrial para muchos usos, incluida la alimentación humana. Esto crea confusiones. Aunque terminan aclarando que sus usos industriales tendrán otros destinos diferentes de la alimentación, hay muchos comestibles procesados que lo contienen.

Y se abren preguntas. La más obvia es ¿quién va a vigilar y constatar que las más de 110 mil tortillerías que hay en el país utilicen el maíz tradicional o los maíces mexicanos comerciales no transgénicos que se dice utilizan? ¿La Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) a quien le han asignado la realización de investigaciones científicas en torno a los posibles impactos del maíz GM en la salud de las personas?

Y como siempre son los pueblos quienes defenderán el maíz y su vida como pueblos del maíz.

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