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VIOLENCIA Y MIGRACIÓN EN LA FRONTERA SUR

ENTREVISTA POR KAJKOJ MÁXIMO BA TIUL

NEPOMUCENO RELATA IRES Y VENIRES ENTRE MOTOZINTLA Y GUATEMALA

Sentados como a eso de las 12 del mediodía, bajo un calor intenso, después de unos días de mucho frío, en unos de los municipios del norte de Guatemala me encontré con Nepomuceno (el nombre es ficticio por razones de seguridad), quien llevaba casi dos meses en Guatemala. Regresaba de vender los helados que llevaba en una hielera y que todos los días elabora. Con esa venta se gana unos centavos para pasar el día, porque como nadie lo conoce, no le dan ningún trabajo. Su hermana Xochitl y su cuñado Marcos llevan poco más de seis meses de estar en ese lugar. La mamá vino a probar unos días, pero no se acostumbró, tuvo que regresar para ver a sus animalitos y cuidar de su casa que dejó en Motozintla, Chiapas.

Nepomuceno es guatemalteco de nacimiento y crecido en México. Tiene 28 años y otros tres hermanos. Una vive en Guatemala, otro en Oaxaca y otro se quedó en la casa de Motozintla.

–¿Y cómo llegaron a vivir a Motozintla?

–Mis abuelos y mis tíos ya habían vivido en Chiapas cuando fue la violencia aquí (1981). Tuvieron que salir, porque el ejército y los orejas los amenazaban, que si no se organizaban en las patrullas de autodefensa civil, los iban a acusar que eran de la guerrilla. Entonces tuvimos que huir, dejando nuestras casas y terrenos. Y cuando fue el retorno, volvimos a nuestro lugar y volvimos a reconstruir nuestra casa y así volvimos a comenzar nuevamente. Después de un tiempo, seguimos construyendo la vida comunitaria, tratando de enfrentar el dolor y el sufrimiento que habíamos pasado. Nacimos y junto a nuestros papás, comenzando a vivir (en Cuilco, Huehuetenango).

–¿Y por qué volvieron a irse a México?

–Apenas llevábamos dos o tres años de haber vuelto y comenzar a reconstruir nuestras casas y comunidad. En 1998, la tormenta Mitch. Muchas aldeas de Cuilco fueron destruidas por los deslaves. Nuestra comunidad volvió a desaparecer. El gobierno de Guatemala nunca nos ayudó, nunca llegó la ayuda a la comunidad. Y como ya conocíamos Chiapas y algunos familiares se habían quedado allá, dispusimos regresar. Estando en México, logramos que el gobierno mexicano nos diera tierras, comenzamos a sembrar y a construir nuestra comunidad y comenzamos a vivir nuevamente.

–¿Por qué volvieron a Guatemala?

–En México estábamos bien. Algunos funcionarios de gobiernos nos ayudaron después. Nos dieron tierra y algunas condiciones para vivir. Es cierto que seguimos siendo pobres, pero podíamos sembrar nuestro maíz en nuestro lugar. A veces salíamos a trabajar a Oaxaca, San Cristóbal de Las Casas, Comitán, Comalapa, Trinitarias, Motozintla, para ajustar los recursos para la semana. Pero comenzó una nueva violencia.

Nuestra vida estaba desarrollándose con mucha normalidad. Nuestros papás siempre nos contaban por qué habían salido de Guatemala en los años 80. Aunque comenzaron a formarse grupos de jóvenes, queriendo hacer violencia, tratamos de controlarlo y vivíamos más o menos tranquilos. Estábamos afrontando nuestra pobreza, tratando de salir adelante. Muchas veces estábamos al tanto de lo que hacen los hermanos zapatistas, porque muchos hermanos y hermanas de nuestras comunidades participan en sus reuniones.

–¿Cómo comenzó la violencia?

–Pues desde hace unos años comenzaron a llegar unas personas diciendo ser miembros de una ONG de nombre Movimiento Agrario Indígena Zapatista (MAIZ). Estos llegaron ofreciendo proyectos y que nos organizáramos con ellos, que pagáramos una cuota y a cambio vendrían láminas, maíz, frijol, hasta nos ofrecieron casas y otras cosas más.

–Pero entonces, ¿eran zapatistas o no?

–Cuando vimos, seguíamos dando lo que pedían y nunca llegaban las cosas, entonces una vez, el dirigente de ellos, que antes era el líder de la comunidad, nos llamó para que llegáramos a recibir algunos víveres y lo que nos dieron fue una libra de maíz, azúcar y nada más. Entonces, preguntamos, que cuando llegarían las otras cosas y nos dijeron que “esperáramos otro tiempo más”. Y ahí nos comenzamos a preocupar y a decir entre nosotros que tal vez eran unos mentirosos.

Después escuchamos que compañeros comenzaron a decir que ellos no eran miembros del Ejército Zapatista, ni del MAIZ, y que eran unos impostores y que éstos son miembros del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).

Se comenzó a decir también que este grupo que había llegado a Motozintla eran miembros de MAIZ-Chiapas y Mano Izquierda, que son dos grupos paramilitares, que incluso estaban tratando no sólo de deslegitimar al EZLN, sino también de acabar con ellos.

Y entonces comenzamos a comprobar esto, porque comenzaron a decir que todos los hombres e incluso las mujeres deberían de hacer turnos para controlar al otro grupo. Y que teníamos ahora que dar dinero para comprar armas para defendernos de ese grupo. Y que los hombres, sobre todo jóvenes, teníamos que hacer turnos e irnos con ellos para atacar al otro grupo.

Y que ellos iban a ser la justicia en la comunidad. Y quien no se organizaba con ellos sería ajusticiado y así comenzaron a ser asesinados muchos que no quisieron organizarse con ellos. Otros tuvimos que salir huyendo para salvar nuestras vidas y entonces se quedaron nuestras casas. Los líderes de las comunidades se convirtieron en los comandantes y entonces había que trabajar para ellos.

Y así comenzaron los enfrentamientos en las comunidades, porque el cártel de Sinaloa también hizo lo mismo. Así como hay comunidades controladas por CJNG, también hay otras que están controladas por el cártel de Sinaloa. Y por eso, en las mañanas o las noches, se escuchan las armas de fuego cuando hay enfrentamiento entre ellos y muchos de nosotros tenemos que ir al frente, como carne de cañón, y otra vez nuestros padres comienzan a recordar lo que les pasó, cuando fueron obligados a estar en las PAC aquí en Guatemala.

–¿Y éstos cómo se sostienen?

–Viven de la droga, de lo que nosotros tenemos que pagar para que no nos maten, aunque ellos dicen para que tengamos seguridad, del cobro que le hacen a los migrantes y por eso montan guardias en la carretera que va para Guatemala, para capturar o extorsionar a migrantes. Cometen muchas fechorías, violan a las mujeres, no sólo migrantes, sino a quienes viven en las comunidades y para que no lo hagan, tenemos que pagar. Y en dónde vamos a sacar dinero, si no hay trabajo, porque quienes nos daban trabajo también se fueron de la comunidad o fueron asesinados.

–¿Y cómo están las comunidades ahora?

–Mis papás dicen que las comunidades están como cuando fue la guerra en Guatemala. “No hay nada, no hay tiendas, no hay trabajo, no hay comida”. Todos estamos con miedo. Por eso es que muchos tuvimos que regresar a Guatemala, otros se fueron a las ciudades de México y algunos están caminando hacia los Estados Unidos.

–¿Y la autoridad del gobierno que dice?

–Qué van a decir, si son de esos mismos grupos. Ellos dieron permiso para que se organizaran, porque quieren despojar de tierras a las comunidades que están con el EZLN. O que dejemos nuevamente nuestras tierras, para que ellos puedan sembrar droga o tener ganado.

–¿Y hay esperanza con la nueva presidenta (de México, Claudia Sheinbaum)?

–Qué puede hacer, si cuando estaba en campaña uno de estos grupos retuvo a su caravana y le dijeron: nosotros vamos a votar por usted, pero sólo si manda a su ejército para que nos proteja frente al otro grupo (https://www.youtube. com/watch?v=dd6BvuY4gZs). Por otro lado, no se puede ya viajar de las fronteras de Guatemala con México, en bus o en vehículo propio, porque igual los bajan, los secuestran y comienzan a extorsionar a sus familias y esto lo hace cualquiera de los dos grupos.

–¿Cómo hicieron ustedes para salir?

–Pues volvimos a caminar, como nuestros padres hace años. Salimos a pie. Primero a la frontera, luego llegamos a Huehuetenango, ahí estuvimos varios días. Hasta llegar a este municipio. Y son muchos los que salieron o siguen saliendo, si algunos se quedaron en Cuilco o pueblos de Huehuetenango, pero otros decidimos venirnos más lejos, porque nos da miedo que entren a buscarnos, porque ellos tienen la lista de nombres de todos nosotros y como sabemos que también andan en Guatemala, nos da miedo que nos encuentren y una gran mayoría se fue a Oaxaca, San Cristóbal de Las Casas y algunos ya pasaron la frontera con Estados Unidos.

–¿Y ahora de qué viven?

–Pues a veces vendemos panes con pollo, helados, frescos, atoles o hacemos cualquier trabajo que nos quieran dar. Nos cuesta y nos da tristeza, porque no deberíamos de pasar estas penas, porque allá dejamos lo poco que nos servía para vivir.

–¿Te vas a quedar aquí?

–Pues no sé, estoy pensando irme para Estados Unidos, pero igual va a estar difícil pasar, peor ahora que Trump dice que va a deportar a todos. Mientras tanto aquí me voy a quedar, mientras pienso qué hacer.

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