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PENSAR CAMINANDO. EL ANDAR Y LA PALABRA DE JEAN ROBERT / 334

RODOLFO OLIVEROS
Pensar caminando. Diálogos críticos
con Jean Robert,
Diego Ferraris, Lucía Linsalata, Sylvia Marcos
y Paulino Alvarado (coordinadores),
Bajo Tierra Ediciones,
Instituto de Ciencias y Humanidades
“Alfonoso Vélez Pliego”,
Benemérita Universidad Autónoma de Puebla,

México, 2024

 

Pensar caminando. Diálogos críticos con Jean Robert es el más reciente libro que reúne trabajos inéditos en castellano de este pensador mexicano, nacido en Suiza. Solía presentarse como un filósofo y arquitecto desprofesionalizado; se acostumbró a caminar por estas tierras al lado de movimientos sociales, comunidades campesinas y del zapatismo.

Más que un estudioso de las comunidades campesinas e indígenas zapatistas, fue su aprendiz, un escucha y oído atento que buscó captar las ideas novedosas que surgen de la práctica zapatista o de don Bartolo, campesino morelense y vecino de Jean. Siempre generoso, convocaba al diálogo, compartía la palabra y sus haceres. Eso le llevo a ser invitado en diversas ocasiones por el EZLN para participar en los encuentros, semilleros y coloquios en los que las comunidades mayas debatían los diagnósticos sobre la crisis capitalista y las alternativas a la Tormenta.

En la primera parte del libro se presentan tres textos de su autoría que nos permiten profundizar en distintas facetas de su pensamiento, abordando temas recurrentes en su obra como la crítica de la modernidad capitalista y la apuesta por una sociedad convivencial. El capítulo inicial, “El lugar en la era del espacio”, aborda la hegemonía del espacio abstracto, materializado en las ciudades que han alcanzado una escala des-comunal, que impide y bloquea constantemente el encuentro de los diferentes. Este texto continúa su crítica al transporte y analiza los ritmos de la vida que hoy son programados como eterna repetición, el tiempo de la producción mercantil. De esta forma observó al capitalismo como el gran cronófago que nos arrebata el tiempo de vida. Ello va de la mano con su reflexión, en “Las aguas arquetípicas y la globalización del desvalor”, su segundo texto, sobre la tecnología contraproductiva (una categoría de raíz illichiana) que busca constantemente la privatización de todos los ámbitos de vida. A partir de analizar lo que representa la botella de plástico como contenedor prototípico del agua en la vida urbana, hace una crítica profunda de los fundamentos de la modernidad, que lo lleva a definir al capitalismo como “una guerra constante contra la subsistencia”.

En el tercer capítulo, Jean Robert nos invita a pensar en “La construcción social del sexo” para abordar el desplazamiento del género vernáculo por el sexo económico, “verdadero nacimiento de la economía”, afirma. Aquí, hace referencia a la complementariedad disimétrica, que diluye las fronteras entre lo femenino y lo masculino, posibilitando lo que lxs zapatistas llamaron “los otros amores”. El sexo económico, en contraparte, marca una ruptura entre ellos para imponer una aparente simetría, misma que sólo sirve de coartada para “crear nuevos abismos de desigualdad”, en donde los dominios de lo femenino son negados y subordinados.

En la segunda parte de “Pensar caminando” una diversidad de autoras y autores dialoga con Jean Robert recuperando sus vivencias, memorias y propuestas. Autoras como Márgara Millán y Mariana Favela; autores como Javier Sicilia, Humberto Beck, Diego Ferraris, Paulino Alvarado y quien aquí escribe, recuperan diversos aspectos de su propuesta. A decir de Beck, la obra de Jean Robert da continuidad a la “Escuela de Cuernavaca”, que tuvo como sede el CIDOC (Centro Intercultural de Documentación) enraizado por Iván Illich en tierras morelenses y en la que acogió a diversos pensadores como Paulo Freire, André Groz, a una joven Susan Sontag y al mismo Jean Robert, entre muchas personas.

En los textos reunidos autoras y autores rememoran las anécdotas, los abrazos y el cariño que siempre brindó a propios y extraños. Sus anécdotas e historias las compartía con tanta sencillez que muchas veces podía pasarse por alto la profundidad de su pensamiento. En diversos textos comenzaba sus disertaciones, por ejemplo, a partir de la plática con un campesino, de una vivencia propia o de un poema, para después dar paso a reflexiones críticas sobre la modernidad.

En “El lugar en la era del espacio”, comienza su reflexión a partir de un poema de Paul Celan, que le abrirá brecha para cuestionarse ¿qué hay en el espacio que destruye los lugares? Así, da cuenta de cómo el lugar dejó de ser ámbito de encuentro, cercano, encarnado y caminable; el espacio es su negación. Un tema en el que profundizará Alvarado Pizaña en el capítulo titulado “La potencia de los habitares”, donde pone a dialogar a Jean Robert con otros pensadores sobre el urbanismo hegemónico y la posibilidades de la “lugareidad”. La producción del espacio tuvo además como resultado, a decir de Robert, la separación del tiempo como experiencia vivida y arraigada. Mariana Favela nos recuerda que la propuesta de Jean Robert es una profunda filosofía política que brinda herramientas para inaugurar formas de vida no capitalistas capaces de convertirse en eutopías, “transformaciones a partir de nuestro propio lugar”.

La idea de lo vernáculo atraviesa en distintos momentos las reflexiones de Robert. Una idea compartida con diversos pensadores con los que estableció puntos de encuentro como Teodor Shanin que reivindicaba un marxismo vernáculo y John Berger quien en Puerca Tierra nos habló del tiempoespacio campesino y de la sobrevivencia —subsistencia, hubiera apuntado Robert— de las sociedades campesinas. Los tres pensadores encontraron en Alexander Chayanov una fuente de inspiración para comprender la importancia de las sociedades campesinas. Estas comunidades y sus formas de reproducción de la vida hacen evidente lo des-comunal de las grandes urbes. La desmesura que ha roto “ese orden proporcional sometiendo todo y a todos a una uniformidad espacial, destruyendo símbolos y los ámbitos de las diversas culturas”. Tengo la intuición de que lo que más llamó la atención de todos ellos fue que Chayanov, igual que nos cuenta Sicilia de Jean Robert, “pensaba con los pies”.

Pensar caminando. Diálogos críticos con Jean Robert, es sobre todo una llamada a la esperanza. A mantener el diálogo dialogal, dice Ferraris. Él relata en su texto “Relatos de una amistad insólita: el amigo Jean Robert y el EZLN”, la transfiguración de Jean en Cayuco zapatista; pues navegó los mares y regresó a la tierra recién nombrada como “Slumil K’ajxemk’op” —antes conocida como Europa— en la “Gira por la Vida”. Ésa no fue, sin duda, la última aventura de Jean Robert, un “amigo a descubrir”, internacionalista, comunero y amigo de las y los de abajo. Su palabra y caminar siguen convocando, reuniendo y provocando reflexiones y memorias. Ferraris nos recuerda, también, esa complementariedad simétrica que es Sylvia Marcos, la compañera de vida y pensamiento de Jean, a quien debemos además esta aventura editorial, junto con Lucía Linsalata, Diego Ferraris y Paulino Alvarado.

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