LA POLINIZACIÓN COMO UN MANTO DE LUZ
Es común ahora escuchar cómo actúan los polinizadores y polinizadoras en el tejido de la vida que permite, propicia y emprende el intercambio entre cultivos a veces distantes y que establece un tramado vivo y actuante que le da continuidad a todo.
Pero la sorpresa con este documental (que puntualmente recoge y muestra el pensamiento, las emociones y los sentimientos de una multitud de personas que habitan en la Península de Yucatán) es que entiende la polinización como ese manto de luz que se tiende sobre los valles y quebradas, los coamiles y los bosques, las vegas y los campos florecidos para electrizar y conectar lo que ocurra entre los seres naturales, entre las plantas, al fecundarse unas con otras. Pero ese sentido obvio, el documental lo expande para abarcar la labor paciente y muchas veces invisible que ejercen muchas personas que luego son calificadas de activistas pero que en realidad es gente preocupada por la vida y que conecta unas personas con otras, como hizo este documental al articular las palabras y emociones de todo el grupo de personas que rindió su testimonio. Dice Bianca Bachelot: La idea de las, los polinizadorxs brotó como hilo conductor entre las diferentes personas que participaron con sus testimonios. Durante el montaje observamos que los testimonios, las palabras colectadas, eran mensajes. Palabras que tenían por vocación volar, mensajes emitidos para esparcirse, y de tal forma sembrarse en otros territorios, en otros sentires, y dar vida a nuevos mensajes, alimentando de tal forma, tanto el ciclo infinito y continuo de la vida, como el sembrar de la resistencia. Un polinizador de palabras, de conciencia, de lucha, de vida, de resistencia.
El equipo que tejió este documento juega con la hermosa metáfora de que la palabra y la actitud de cuidados son acciones que se proyectan como el trabajo de murciélagos, abejas, avispas, mariposas, colibríes, hormigas, pero aquí para alertar de la vida a quienes viven en esos territorios y se percatan de que está por ocurrir una hecatombe que destruirá su vida entera aunque la gente no muera. Esta hecatombe es el tendido de este megaproyecto y su instalación circundando la Península de Yucatán para conectar incluso con el Corredor Transístmico.
Y entonces el equipo entrevista a mujeres y hombres, jóvenes, grandes, para interrogarles e intentar entender los “sentipensares” que retraten la relación con el territorio de la gente que se opone al megaproyecto.
Mediante una investigación colaborativa se impulsó a la gente a autorrepresentarse y contestar preguntas desde su vínculo con el territorio. Además de pedirles que les llevaran a lugares significativos y que ahí eligieran “algún elemento de la naturaleza con el que quisieran establecer un diálogo”.
Con toda claridad, el proceso de creación de este documental atiende la subjetividad y al mundo de emociones de la gente entrevistada. En Polinizadorxs la gente interactúa en un diálogo con los lugares o elementos del territorio que eligieron y a partir de ahí se despliega lo que es su entendimiento en sus lugares especiales. Si alguna persona le habla a una cueva, “no solamente es la estructura que se va a construir y que pueda romper tu cuerpo y fragmentarte, sino todo lo que viene detrás”.1
Muy ilustrativo de esta muestra es el fragmento donde Haizel [De la Cruz] comienza su parlamento diciendo: “Golondrina, golondrina: ¿quién ha desviado tu vuelo? Ya no vuelas hacia el Sur, ahora vuelas hacia el Norte. Yo he decidido quedarme a beber el agua de los cenotes y a escuchar los cuentos de las abuelas. Pero hoy, se ve amenazada por la llegada de un tren. Un tren que le han puesto un nombre: maya, si hasta en eso nos han despojado”.
Y añade: “Ya no vamos a beber el agua de los cenotes.
Estará contaminada. Ya lo hemos visto en Cancún: violencia, narcotráfico, pornografía infantil. Ya los niños no caminan el monte, como yo estoy caminando aquí. Las mujeres, ya no las vemos preparando las tortillas que nos alimentan todos los días. Ahora las vemos lavando baños en los grandes hoteles y los grandes restoranes”.
Entonces la intención se cumple, las y los polinizadorxs van y vienen fecundando la razón, y la justicia, los argumentos, los hilos de historia que la gente va recibiendo.
El documental entonces es un proceso muy enorme de polinización al mundo entero.
Conversamos con Lilia García Torres y Sergio F. Cuéllar para que abundaran sobre la experiencia de idear, investigar, producir y difundir este documental desde la misma polinización que cubre todo el proceso.
Ante la pregunta de por qué este documental, qué lo motiva, Lilia responde: “Pues la urgencia por la vida. Y que en plena pandemia se diera el banderazo de salida y no hubiera información de lo que era el proyecto en términos reales. La única forma en que se puede saber de qué va un proyecto en este país es a partir de la Manifestación de Impacto Ambiental (MIA). En este caso el banderazo de salida se dio antes de que esta Manifestación se presentara. La intención de ir a la Península era investigar qué es lo que estaba ocurriendo ahí en el territorio.
Era una urgencia no sólo de ir a saber. En el camino nos enteramos que se publicó la MIA. Yo he estado cercana a otras MIAs porque estudié biología, entonces sabía cómo se hacían y supe que ésta no cumplía las características pues lo que hacía era fragmentar y desestimar todas las afectaciones y así no funciona la vida, porque en ella cualquier cosa es, potencialmente, un desequilibrador, y estos desequilibrios se van sumando.
Teníamos muy poco tiempo para hacer el filme, y muy pocos recursos. Entonces en nuestras vacaciones pusimos los aguinaldos y los ahorros para poder hacerla además de que no conocíamos a la gente de la península.
Lo que hicimos fue contactar gente que nos pudiera conectar con personas en las comunidades y conectar entre ellos para formar una red a la que les preguntamos si querían dar su testimonio en el documental. Les propusimos un diálogo con la naturaleza con tres preguntas abiertas, trataba de subsanar nuestra distancia, nuestro desconocimiento y nuestra ausencia en la Península. Las tres preguntas eran qué relación tenían con el territorio, qué pensaban que lo amenazaba en ese momento (porque no solamente veíamos que era el tren), y qué pensaban que sucedería cuando el tren comenzara a funcionar.
Entonces les propusimos una puesta en escena, para darles la oportunidad de autorrepresentarse, dado que nosotros no los conocíamos y no podíamos pasar mucho tiempo ahí, pensamos que si ellos hablaban desde lo que pensaban y sentían podían llevarnos a un lugar que fuera representativo para ellos y eso podía decirnos más de cada persona participante y representarse como cada quien quisiera, y decirnos como querrían estar.
Nos fuimos dos semanas a la Península que se transformaron en tres, y después fueron dos años de edición, igual con nuestros recursos y en fines de semana, con nuestras posibilidades, hasta que les devolvimos a los compañeros y las compañeras que participaron su palabra. Y ellas, ellos nos dijeron “aquí esta cosita, aquí esta otra”, y regresamos, le movimos como nos dijeron y finalmente estrenamos.
“Siempre mantuvimos, mantenemos una relación de diálogo con las personas”, dicen ambos, Sergio y Lilia en la conversación.
Continúa Lilia: “Cuando la estrenamos fue en una casa okupa, la Casa Okupa Chiapas en la colonia Juárez en la Ciudad de México y a todas las y los participantes les hicimos llegar por correo el enlace de la película, una versión casi casi que para compartir en celular. La casa Okupa Chiapas estaba en la ciudad, ya la desocuparon”.
“Desocuparon el Okupa”, interviene Sergio, “era un espacio que antiguamente fue la Representación del estado de Chiapas en México y que a partir de los sismos del 2017 tuvo un daño estructural, se sacó a las personas que laboraban ahí, y el espacio se vació. Un grupo de personas dijo: hacen falta muchos espacios culturales, así que hay que ocuparlo como un espacio cultural. Así se obtuvo temporalmente un espacio liberado que proporcionó la posibilidad de desarrollar diferentes actividades culturales y estrategias, proyecciones, debates, presentaciones de libros, por lo general sobre la defensa del territorio en diferentes latitudes. Eso es como un gran paréntesis de ese espacio: había una cuestión muy simbólica de ocupar un espacio que había sido sede del estado de Chiapas en la capital. Con todas las repercusiones que esto tiene porque ¿cuántos ojos no están puestos allá?, si uno mira en un momento determinado al EZ y cuántos expedientes clasificados no estuvieron ahí. Se pasó de la labor de espionaje del Estado en contra de los pueblos originarios, en contra de todas las resistencias, a un momento en que la gente ocupó el espacio y lo convirtió en un espacio de encuentro, simbólico de la defensa de los territorios”.
Prosigue Lilia: “Y bueno, cuando se estrenó el documental, se estrenó a las 6 de la tarde y a las 7 ya estaba liberado en redes, entonces, la peli siempre ha sido de acceso libre y todas las personas que colaboraron desde la labor que fuera tuvieron una copia, y pueden hacer con ella lo que decidan hacer. Y lo que pensamos es que era una herramienta de lucha. Y que lo único que podíamos hacer las personas que vivimos lejos del espacio de la Península era ayudar a que las palabras de estas personas, que estaban siendo críticas, o hasta contrarias, pudieran difundirse. La gente se fue radicalizando conforme fue avanzando el proyecto. Cuando nosotros llegamos apenas estaban las primeras etapas de la construcción. Todavía no estaba el escándalo del Tramo 5, que es la parte que más afectó la selva, los cenotes y la red subterránea de ríos. Hay otros documentales que se han hecho y eso es muy importante porque en conjunto, todos estos registros son una memoria de lucha, de resistencia ante un exterminio de la vida. Esta memoria del territorio antes de ser intervenido está en estos documentales. El más reciente es un documental que se llama Una herida en el sur, de Pata de Perro Films, que es de compañeros y compañeras que viven en la Península y que dieron un seguimiento de mucho tiempo durante la construcción del tren. Reflexionando con Bianca pensábamos que esto es mucho lo que dice Walter Benjamin de la historia, que ve hacia atrás y a su paso no hay sino destrucción y no hay nada que hacer para poder evitarlo, y eso como documentalistas nos sentíamos así. No podemos hacer nada por evitarla. No pudimos hacer nada, ahí está el desastre llamado progreso y lo único que queda es esta memoria, la resistencia. Ésa era la narrativa que teníamos hasta que un día fuimos a la periferia de la ciudad y una compañera nos dijo, bueno el tren ya está construido pero el daño no es ni el 5% de lo que puede haber en el futuro. Y a pesar de que pensemos que es tarde, nunca es tarde porque puede ser peor si no se detiene”.
Interviene Sergio: “No solamente es la construcción de un tren, porque implica toda una serie de cuestiones progresivas en detrimento de la vida y de las poblaciones originarias y del derecho a un ambiente sano, para las infancias y las siguientes generaciones, para todas las especies que habitan, no sólo las personas, no sólo los humanos, sino toda la flora y fauna que habita en ese lugar. Simplemente todos esos nodos de desarrollo urbanizan más la selva. Y de eso no nos dicen nada. Pero toman simbólicamente esos elementos de flora y fauna y los vuelven elementos gráficos que nos ponen en los billetes”.
Conversamos de toda la destrucción que avanza, de la intervención de empresas extranjeras y de la militarización de la gestión de todo el proyecto. De las granjas porcícolas, de los transgénicos, las eólicas y las fotovoltaicas. De las inmobiliarias y las maquiladoras. De la conexión de este proyecto con el Corredor Interoceánico, de las ventas inmobiliarias. De cómo fue posible echar a andar el proyecto con el aval de muchas personas de las comunidades que no alcanzan a entender las dimensiones reales que rebasan lo que es la línea del ferrocarril, su trazo.
Prosigue Sergio: “Ahora, si reflexionamos sobre lo que nos desgarró, lo primero fue la necesidad de conocer desde el territorio, con un mal en común (este sistema capitalista) y estas inversiones insertadas en los territorios. Pero lo que nos pegó más fue que al recopilar todas esas experiencias de luchas, pues había la responsabilidad de articular todos esos discursos en esos espacios donde lo viven en lo cotidiano. Porque nosotros fuimos cierto tiempo, nos tardamos mucho en poderlo sistematizar y eso es lo que nos comía la cabeza. La responsabilidad con quien nos hospedó, con quien nos brindó sus testimonios, sus anhelos, su lucha. El tener que tejer eso era latente todo el tiempo, durante esos dos años que duró la edición. Una labor de moldear las fichas del rompecabezas”.
Interviene Lilia: “Pues hay varios momentos de desgarramiento. Primero pensar que la vida como la conocemos se pierde. Que no estamos deteniendo esa pérdida. Tener el dato frío en la cabeza de que es la segunda selva más importante en el continente, y que la va a atravesar eso que le va a acumular más desastre es una idea inconcebible. Y cuando fuimos, nos sentimos realmente acompañados, porque la gente que participó, los compañeros y compañeras, nos abrazaron en ese breve tiempo/espacio que compartimos. El segundo desgarramiento ocurrió cuando fuimos a presentar el documental y ya había ocurrido la tala del Tramo 5. Atravesar ese tramo talado, donde sabíamos, una persona nos había dicho, hace dos días vino el jaguar, se está moviendo porque está huyendo de las máquinas del tren, era la pesadilla hecha realidad. Fuimos a tomar los testimonios en un momento de especulación y dos años después está presente la destrucción anunciada”.
Para ambos, el tercer momento de desgarramiento es cotejar con los testimoniantes que el proyecto avanza y que cada quien está muy sola, muy solo en sus protestas. “Es como irle a poner una gasa a la herida y saber que de todos modos se va a gangrenar”.
Y todos los polinizadorxs son señalados, criminalizados. Y entienden que el tejido social está deshilachado.
Pero sabemos que la polinización cumple su función fecundadora, cubre con su manto de luz a quienes pudieron articularse en sus hilos invisibles y mantienen viva la memoria de lo que puede conservarse para despertar la vida cuando las condiciones sean propicias.
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Nota: 1. Ver Bianca Bachelot, “Senti-pensar el territorio para defender la vida, el caso del documental Polinizadorxs. Resistencia en la Península de Yucatán”. Revista Común, noviembre de 2022.