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OLAS TEMPRANAS Y OLAS TARDÍAS

MICAELA NEVES
Dorsal,
Nadia López García,
Fondo de Cultura Económica,

México, 2022.

 

Dorsal destaca entre la obra de Nadia López García por ser el único trabajo que no cuenta con traducción al mixteco. La misma Nadia resalta la peculiaridad de la obra sin mucha sorpresa. Para una nota en el periódico El País, ella comenta: “Yo a veces bromeo, y digo que lo que he vendido de Dorsal en dos años no lo he vendido en no sé cuántos años de todos mis otros libros”.

Nadia Ñuu Savi es una persona que refleja sus creencias y filosofías en su quehacer, no sólo literario, sino también pedagógico. Se ha destacado por los talleres que imparte y su labor como programadora de la Feria Internacional del Libro de Oaxaca, entre otras actividades, que se conectan con la noción de llenar a las lenguas originarias, en su caso el mixteco, del goce de la vida. Como ella lo menciona en su ponencia del Vox Orbis a principios del 2024, la posibilidad de “pensar, habitar, soñar el idioma” se convierte en una forma de crear nuevos pensamientos y sentimientos con las lenguas originarias para encontrar otras caras de la condición humana y no-humana.

¿Qué es posible rescatar de esta praxis en el poemario Dorsal? Por un lado, está el quehacer literario y el valor de la obra en sí misma y, por el otro, se encuentra las relaciones con la vida de la autora. Nadia Ñuu Savi es originaria de Oaxaca y, apenas con un año de vida, se trasladó a San Quintín. No sería sino hasta los ocho años que regresaría a Oaxaca. En Dorsal se encuentra el volcamiento de estar fuera de un centro aceptado por las nociones de la sociedad. Aunque la situación de la voz poética y de Nadia no son la misma, el sentimiento de alienación es compartido entre individuos y de los pueblos originarios del país. Es común escuchar que un autor escribe sobre lo que sabe y, en defensa de Dorsal, es notorio que yace parte de la identidad de los pueblos originarios en el escrito. Dicho esto, es importante apuntar que Dorsal no necesita ninguna defensa. Es un texto puntual con una mezcla entre la narrativa y la poesía que perfora un pequeño agujero en el pecho del lector y se queda ahí como una pulsión que se niega a salir.

El libro se encuentra divido en dos secciones: Primer Movimiento. Olas Tempranas y Segundo Movimiento. Olas Tardías. El primer movimiento cuenta con 7 poemas titulados con números romanos, mientras el segundo movimiento cuenta con 17 poemas titulados. Uno de los mejores elementos para comprender la voz poética de la historia es la figura del mar. La portada y contraportada utilizan la foto del oleaje, los movimientos hablan sobre dos estados de las olas y elementos del mar que aparecen en la historia. Entre ellos encontramos al hipocampo, la pleamar (el momento en que el mar alcanza su nivel más alto durante el ciclo de las mareas) y la playa.

La voz poética parece sumergirse entre el oleaje. En el primer movimiento se convierte en una amalgamación de dos voces poéticas: la de Estrella o Ícaro (su nombre de nacimiento), que toma el papel de la “protagonista” en el poemario, y una voz que le habla a Estrella: “Los doctores dijeron que naciste con los pulmones llenos de agua…” (pág. 23) o “Tus padres te pusieron Ícaro / porque cuando naciste, / vieron en tus ojos el vuelo / de un pájaro azul” (pág. 19). Estrella reflexiona sobre su identidad como mujer trans, la violencia que recibe de parte de sus padres y cómo se expande en la muerte de otras mujeres trans o la destrucción del mundo. En términos más poéticos se enuncia: “El mundo ensayó una muerte pausada, / se detuvo el tiempo / y una ciudad entera murió.” (pág. 18). La voz de Estrella es una voz singular y plural al mismo tiempo, esto se puede deber a la noción del conocimiento comunitario en la persona. La misma Estrella habla sobre historias de quien ella llama los antiguos: “Cuentan los antiguos / que alguna vez nosotros / portamos la flor de espuma” (pág. 15) y realiza preguntas sobre el futuro con un “nosotros” y “nuestra”. Estrella también podría estarse refiriendo a las otras mujeres trans que han muerto a causa de trans-feminicidios o de Vicente, el hermano de Estrella, que es asesinado.

También toma valor el nombre de Ícaro, que proviene del mito griego sobre el muchacho del mismo nombre, hijo de Dédalo, que utiliza unas alas de cera y plumas para escapar de la isla de Creta, pero, al ignorar la advertencia de su padre de no acercarse al sol, termina cayendo a su muerte en el océano, ya que la cera de sus alas se derritió. La metáfora agarra mayor profundidad cuando los padres de Estrella la comparan con un pájaro dentro de su pecho. Más adelante en el poemario ella encuentra una relación con el caballito de mar, que se vuelve vital para la toma de poder sobre su identidad que Estrella realiza en la historia. El pájaro se convierte en la representación del miedo, con la imagen del pájaro encerrado en la jaula, mientras que el hipocampo, aunque es débil y vive en un lugar hostil como el mar frío, trae consigo el mensaje de la resiliencia y la libertad.

De ahí viene la motivación para la voz poética de adentrarse a los movimientos del oleaje que conforman los textos: el deseo de poder resistir ante la violencia que la rodea y ella encuentra esa resistencia en la escritura, tal como lo dice al final del último poema del primer movimiento: “Escribir es regresar / a donde somos la cara sin máscara / ni atadura, / sin temor / a la destrucción futura” (pág. 27).

Durante el segundo movimiento, los poemas adquieren un enfoque narrativo y el lector empieza a entender la realidad alrededor de Estrella. Primero está la figura de Vicente, el hermano. Su cadáver es encontrado en un lago sin su corazón, riñones o hígado. Esta muerte intensifica la violencia de los padres y la soledad en la que Estrella se encuentra. La voz poética menciona varias veces lo doloroso que es nombrar que Vicente no se encuentre con ella. Se podría considerar estos fragmentos como una metanarrativa en el poemario que Nadia empieza a hilar sobre la importancia de las palabras para sobrellevar el duelo. Ella misma comentó en la entrega del Premio Mesoamericano de Poesía Luis Cardoza y Aragón que Dorsal trata sobre “cuestionarse siempre quiénes somos, quiénes somos ahora: somos recuerdo, somos palabra”. Es curioso, entonces, que tome la voz de Estrella para hablar de la importancia de nombrar a los muertos. Las figuras de Estrella y Vicente toman un rol como opuestos. Mientras que Estrella es el caballito de mar, Vicente es un caballo blanco. El caballito de mar es una especie marina en la que sólo los machos tienen crías, que puede asemejar a la figura de los hombres trans que tienen la posibilidad de concebir. Por el otro lado, el texto menciona al caballo como “esos corceles lisos de pulcritud y gallardía” (pág. 38), valores que se pueden asociar con la masculinidad que los personajes demandan de Estrella.

La figura del hermano es usada para atacar a Estrella: Vicente es amado por los padres y el estándar que desearían que ella fuera, lo que le es imposible de alcanzar como mujer trans. El poemario nunca aclara la razón detrás de la muerte de Vicente. Aunque Estrella apunta al crimen organizado y la venta de órganos debido al estado de su cadáver, los personajes culpan a Estrella de la muerte de Vicente: “A tu hermano lo mataron, / porque te andaba buscando a ti, / aquí nadie quiere / a los maricones” (pág. 36). Los personajes utilizan la figura de Vicente después de su muerte como una justificación para una variedad de acciones, como la discriminación a la transexualidad, e incluso la misma Estrella encuentra en Vicente la razón para seguir escribiendo. Lo que lo vuelve un aspecto doloroso de considerar cuando Vicente es el único personaje que acepta con tranquilidad la identidad de Estrella como mujer trans.

Después de la muerte de su hermano, Estrella se queda sola con su madre y su padre. La madre sufre un daño en el hipocampo del cerebro, lo que causa que su percepción se quede atrapada en el pasado, y que no acepte eventos presentes como la identidad de Estrella o el fallecimiento de Vicente. Las interacciones entre Estrella y la madre son a través de los relatos de los sueños de la última. Casi todas sus intervenciones se encuentran en itálicas y empiezan con la frase “Sabes, yo sueño muchas cosas”. Por más que las palabras de la madre suenan amorosas, ella constantemente niega la identidad de Estrella y la compara con su hermano. El dolor ante la violencia lleva su mente hasta el punto en donde ella desea nunca haber sido la madre de Estrella y Vicente. La madre contiene una similitud con la figura de Casandra de la mitología griega, una mujer que está condenada a saber el futuro y nadie le puede entender. En este caso, la madre está condenada a quedarse en el pasado donde el sufrimiento aún no ha tocado a su familia: “Hace días soñé que tu hermano / estaba dormido en la sala. / ¿Fue un sueño, verdad?” (pág. 56).

Por el otro lado, el padre es una figura sumamente violenta y patriarcal. Sus demandas por tener la familia perfecta se traducen en golpizas hacia Estrella. Sólo existe un momento en donde la voz poética admite que sabe que su padre ha llorado varias veces, pero que él se niega a admitir su debilidad. Esta actitud es consecuencia de la educación sobre la masculinidad que se tiene debajo del patriarcado y se refleja en el deseo de Estrella por complacer a su padre, sabiendo que es imposible renunciar a quien es.

Las relaciones de esta familia se atan a lo largo del poemario de 76 páginas con las temáticas que el libro anota en la contraportada: el origen y la pérdida, lo onírico, su relación a la memoria y a los sueños, el duelo de la pérdida y la aceptación del ser. Es un gran acierto que la pluma de Nadia profundice en dichas temáticas, que rescate parte de su herencia personal e hile un poemario fenomenal en tan sólo 76 páginas.

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