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TERRITORIO RECUPERADO Y SUEÑOS PENDIENTES / 339

GLORIA MUÑOZ RAMÍREZ

SIGUE INCONCLUSA LA RESTITUCIÓN DE TIERRAS A LA COMUNIDAD RARÁMURI DE MOGÓTAVO. APENAS SE LES REINTEGRÓ UN 21 POR CIENTO

 

Creel, Chihuahua

 

Les reconocieron el 21 por ciento del territorio que reclaman: 317 hectáreas de las mil 500 que les fueron arrebatadas de la Sierra Tarahumara por empresarios coludidos con los gobiernos priistas. La resistencia y la lucha por la restitución de la totalidad de su territorio, dice Miguel Manuel Parra, vocero de la asociación civil Awé Tibúame, de la comunidad rarámuri de Mogótavo, no termina con esta recuperación. Seguirá su ritmo y sus caminos, como lo ha hecho su pueblo desde tiempos inmemoriales.

Fue el 17 de mayo de este año cuando oficialmente les fueron restituidas las 317 hectáreas, como parte del Plan de Justicia para la Sierra Tarahumara implementado por el gobierno federal. En la difusión mediática del evento nadie mencionó las más de mil hectáreas pendientes, pero la comunidad lo tiene claro y Parra indica que la lucha de su pueblo no ha terminado. “Desde siempre hemos resistido. Esto no es de ahora. Hay mensajes que se dan, pero a nosotros no nos preocupa. La gente consciente sabe lo que es verdad”. Reconoce con beneplácito el territorio recuperado, pero enfatiza en lo que falta”.

Desde el Divisadero, con su vista privilegiada a las barrancas más profundas de México, se observa el territorio rarámuri que, con reconocimiento oficial o no, es ocupado por su pueblo. La comunidad de Mogótavo, localizada en el municipio de Urique, lucha jurídicamente desde 1980 por la recuperación de esas mil 500 hectáreas que les fueron arrebatadas por la familia Sandoval, que a su vez vendió parte del territorio. Con el 20 por ciento de ese territorio recuperado a través del Programa de Atención a Conflictos Agrarios (PADCA), Miguel Parra explica que no sólo se trata de devolverles la totalidad de lo que les pertenece, sino de lograr la atención integral a la región.

El 20 diciembre de 2024, durante la visita presidencial a su comunidad, Miguel fue claro: “Esperamos que se atiendan de fondo los problemas que aquejan a nuestra gente”, como la falta de alimentos ante la sequía, la muerte por desnutrición de menores, servicios de salud para los lugares más alejados de la sierra, entre otros. En esa ocasión se anunció la restitución de tierras para dos comunidades: Repechique (693 hectáreas) y Guasachique (mil 485 hectáreas). Esta restitución representa sólo el 6.3 por ciento de las 11 mil hectáreas que les fueron arrebatadas en la década de los ochentas.

La ambición de empresas, gobiernos y crimen organizado por este territorio se debe a su riqueza de recursos naturales. En los días de nuestra estancia en la sierra, la periodista Patricia Mayorga, del medio Raíchali, reportó que los pueblos vecinos warijó y pima huyeron de la Sierra Tarahumara por la violencia de grupo Los Salazar, a quienes acusan de buscar el oro de la región. El desplazamiento de las comunidades rarámuri también ha sido documentado, pero impera el negacionismo gubernamental.

 

EL TERRITORIO QUE DEFENDEMOS

“El territorio tiene árboles, aguajes en los que tomamos agua, de aquí tomamos la leña porque con el aguaje crecen los encinos y los pinos. Hay algunos animalitos que ellos mismos cuidan el agua y que no se retiran de ahí. Son chiquitos, les dicen la madre del agua. También hay culebras que cuidan el agua, no son bravas y no les hacemos nada nosotros tampoco. Aquí hay muchas víboras, en los cerros, en las barrancas, ellas comen ratoncitos y ardillitas. Hay alacranes, escorpiones, lagartijas que comen mosquitos. Hay gavilanes, zopilotes, cuervos. Los gavilanes roban mucho, pero también pasan las águilas reales que se llevan cosas y comen ardillas. Aquí hay plantas medicinales para la diarrea, para el dolor del corazón, y para calmar la tos está el chipugame que calienta el cuerpo y que cuando empiezas a sudar quiere decir que ya estás sacando la enfermedad”, así lo describió Luis González Rivas, gobernador tradicional de la comunidad, en la visita a su pueblo. Lo repite en esta ocasión y añade que la Sierra Tarahumara es una sola, pues los municipios y todo lo demás vino después, “pero aquí no distinguimos, sólo vemos un territorio”. Miguel Parra lo confirma: “Aquí puede haber los municipios que nos impusieron, pero nosotros hacemos nuestra organización al interior de nuestras comunidades, la que tenemos desde tiempos inmemoriales”.

Mogótavo sigue siendo tierra ambicionada por la confluencia de las barrancas Del Cobre y Urique (la más profunda de México) y el río del mismo nombre. “Es un territorio codiciado en el que se hizo un hotel turístico y un teleférico sin permiso de la comunidad y están planeados otros, pero no van a entrar”, advierte Parra. “Ellos piensan entrar ahí para hacer lo que quieran, pero nosotros tenemos la posesión ancestral, la real, la que está en nuestras manos. Quienes dicen ser dueños tienen los papelitos nomás, como si fueran los espejitos, pero la comunidad rarámuri está ahí y ya no se van a meter así nomás”, remata.

 

LA RESISTENCIA

Además de la lucha jurídica por más de 40 años, las comunidades rarámuri resisten con la preservación de su cultura. Tienen “claves” que no siempre comparten, pero son “las que nos da fortaleza” , señala Miguel, y explica que mantienen una cultura viva, la lengua, las costumbres, los cantos, las fiestas, la comida, todo lo que implica ser rarámuri. “No doy mucho detalle porque de por sí nosotros no decimos mucho. ¿Reservados? Sí, pero cuando tenemos algo que decir lo decimos fuerte. Encontramos en el silencio nuestra forma de resistencia, pues el silencio es un mensaje. Hay veces que se dice ‘el que calla, otorga’. Pero nosotros decimos ‘el que calla, está callando, no otorgando’, ésa es la diferencia”.

Tienen sueños pendientes, como proyectos de turismo sustentable, recorridos para dar a conocer su territorio sin que lo dañen. Actualmente, dice, “los que vienen inventan productos turísticos. Muchas veces hasta le ponen nombres a los lugares, sin respetar los nombres originales rarámuri. Inventan hasta leyendas y se las venden a los turistas. Nosotros queremos mostrar lo que es. Lo haremos después, pues ahora estamos en los procesos de reconstrucción. Todos será a su debido tiempo”.

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