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POR UNA EDUCACIÓN DESCOLONIZADA EN GUATEMALA

KAJKOJ MÁXIMO BA TIUL
Una de estas mañanas, las calles del pueblo, como sucedió en muchos pueblos de Guatemala, después del desalojo de los miembros del Sindicato de Trabajadores de Guatemala (STEG) alrededor del Palacio de la Cultura, se tornaron algo raras, después de dos meses sin clases. Muchos jóvenes y niños llenaron las calles. Unos corriendo, otros caminando, algunos con algún leño en la mano, otros con un poquito de agua, la leña para cocinar el atol y el agua para echarle al atol o para lavarse las manos o lavar los trastos. A algunos se les miraba con una cara que se acababan de levantar, otros como que se habían desvelado. Algunos comentaron que les habían puesto un mensaje ayer para presentarse al establecimiento. Muchos ni habían realizado el trabajo que les dejaron desde hace dos meses.

Caminando por las calles, encontramos a dos señoras que corrían con sus hijos o nietos (porque ahora se acostumbra que son los abuelos o las abuelas quienes van a dejarlos a la escuela). Iban platicando y de pronto escuchamos parte de la conversación. Dos señoras estaban hablando y mientras nosotros espantábamos los perros que no nos dejaban pasar, escuchamos la siguiente conversación: ¿Xoj na awakun pan escuela? (¿Fue tu hijo a la escuela?), le grita una señora a su vecina. ¡Jo’ xoj! (Sí se fue), le contesta la otra. Ma’ raaj ta naq chik wuktik (Ya no quería levantarse). Tob’ xa jenaj xaman, na ko ji look (Qué bueno que ya sólo una semana van a ir), le contesta la otra. Chaj ware’ (Por qué), le contesta la vecina. Re’ xaman naj naritojki re nimq’ij (La próxima semana comienza la feria del pueblo). Korik wo a we’ (Es cierto). Con eso, quiso decir que las “vacaciones” iban a seguir.

Más de dos meses de no ir a la escuela, se hace costumbre que se levantan tarde, que dejan a un lado sus tareas, mientras algunos niños apoyan en el trabajo del campo, las niñas en la casa, como ha sido costumbre en territorios indígenas. Otros, van a vender al mercado. Cuántos niños y niñas encontramos vendiendo tomate, cebolla, ajo, cilantro, atoles, etcétera, en los mercados del pueblo. Otras veces, llevan sus cuadernos para terminar sus tareas, mientras venden y durante este mes a nadie se le vio con cuadernos, porque algunos maestros ni se esmeraron de enviarles trabajos por el celular, como se volvió costumbre desde el Covid y que sigue hasta ahora.

Juanito, de doce años, cursa el sexto grado, en sus ratos libres apoya al papá en el trabajo del campo. Le pregunto que cómo le va en la escuela, me responde bien. Al preguntarle si su maestro siempre llega a dar clases, me responde que no. Y qué les dice cuando falta, pues cualquier excusa. A veces que su esposa está enferma, otras veces que porque está enfermo. O de repente les dice, vámonos porque me siento mal. Cualquier excusa es buena para no dar clase. A Juanito le preguntamos algunas cosas como quién descubrió América y no sabe responder. Lo ponemos a leer algún párrafo, tampoco sabe leer. Es el drama de los niños y niñas de las escuelas públicas, sin mucha diferencia con las privadas, quienes son también meros mercaderes de la educación.

Hace ya muchos años, tal vez unos diez o quince, cuando comenzaba a ponerse de moda inscribir a los hijos e hijas en el sistema privado por la excusa de que los maestros del sistema público eran muy haraganes, que sólo en huelga se mantenían y que no enseñaban nada, y que había constantes manifestaciones que dirigía el Sindicato de Trabajadores de la Educación de Guatemala (STEG) bajo el liderazgo de Joviel Acevedo (quien ya había comenzado a extorsionar a los diferente gobiernos post paz, desde Colom hasta Giammattei), recordamos el malogrado papel que jugó en estas negociaciones el abogado Enrique Torres, aprovechando ser hermano de Sandra Torres, y así arrinconaron a Álvaro Colom y lo hicieron firmar un pacto colectivo totalmente ilegal y por ello, un pequeño grupo de lideres del STEG y el abogado ganaron una millonaria plata.

Quienes siguieron creyendo en la educación pública, siempre defendieron que no era cierto lo que se decía, porque la educación pública no sólo es un derecho, sino porque ahí, estaban los mejores docentes del país,1 así como era, hace muchos años, la Universidad de San Carlos en el nivel superior.2 Hoy el sistema educativo tanto público como privado bajó de calidad.

La pública. Muchos maestros y maestras, perdieron la mística de ser docentes, sólo están porque es un trabajo, como cualquier otra profesión.3 Bajo nivel de formación, aunque vayan a la universidad. El Programa de Educación Bilingüe Intercultural, un fracaso. Maestros y maestras que abandonan sus aulas, se van de parranda o al chupibio (ir a emborracharse como si fuera fiesta). Los niños y niñas, con bajo nivel en lectura, matemáticas e historia. Muchas veces, tienen que ser suplidos por programas que ONG implementan.

La privada, igual con bajo nivel de conocimiento, pero hay una diferencia, y es que se manifiesta como una educación mercantilizada. Los niños, niñas y jóvenes saben que, aunque no sepan nada, van a ganar porque pagan.

Después de muchos años y cuando pensábamos que “con maestros indígenas/pueblos originarios/mayas”, la situación de nuestros niños y niñas en las escuelas iba a cambiar, sucedió igual. Como cuando comenzaron a llegar “alcaldes indígenas” a las municipalidades y se plegaron a las prácticas corruptas. Los maestros y maestras, “siguieron el mismo patrón colonizador” y “estafador”, no se pudo avanzar con un buen modelo de Educación Bilingüe (maya-español). Apoyaron la folclorización/colonización del pensamiento de los pueblos originarios. Muchos maestros lograron sus plazas pagándole al diputado, al coordinador técnico de educación, al alcalde o a cualquier funcionario de educación, para obtener una plaza, y por eso muchos, que participan en la manifestación del STEG, lo hacen bajo la amenaza, que, si no participan, les quitarán la plaza.

Indígenas que se profesionalizaron en las universidades, sobre todo privadas, lo hicieron, no para cambiar el sistema, sino para tener un puesto mejor en el ministerio. Entonces, igual, se convirtieron en paladines de la hecatombe de la educación. Fueron igual cómplices del bajo conocimiento crítico en las aulas. Cuando se comenzaba a hablar con más fuerza de la identidad maya/indígena/pueblo originario, los maestros y maestras indígenas fueron cómplices, por llevar el cristianismo (católico o evangélico) a las aulas, dejando a un lado la laicidad de la educación. Transformaron las aulas en lugares de culto, situación que sólo pasaba en los colegios católicos o evangélicos.

Hoy la educación, tanto en su contenido, como en su metodología, está por los suelos. No tenemos visión de país. Funcionamos para el sistema capitalista/mercado, que exige graduar o que los niños, niñas, jóvenes y señoritas, aprendan el español para convertirlos en mano de obra explotada en las fábricas y centros comerciales, y no profesionales pensantes, críticos, que busquen el cambio que necesita el país. Una educación que tiene como fundamento “colonizar mentalmente” a todos. Que nos conduce a aceptar que “sólo hay un sistema” y sólo lo podemos “conquistar” si nos empujamos o nos ponemos zancadías unos con otros, como la idea principal del modelo de “competencia” que tiene la educación actual. Una educación que aliena a todos, sin la posibilidad de construir pensamiento crítico.

Lo que está pasando con el STEG, en donde “maestros borregos” obedecen a un líder como si fuera mesías, es un proyecto bien pensado por quienes impulsan el sistema capitalista en nuestro país y si no cambiamos, seguiremos teniendo más Jovieles Acevedo.

 

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Notas:

1. Muchos recuerdan a los maestros de los años 60, 70, 80 del siglo pasado, quienes, a pesar de ser muy duros con la disciplina, enseñaban en las aulas y no permitían la vagancia.

2. Hace pocos años, todavía se presumía que los mejores docentes universitarios en diferentes ramas, eran los graduados de la Universidad de San Carlos (USAC).

3. A los docentes nunca se les ve con un libro para leer y se espantan cuando ven a niños o niñas que siempre llevan un libro extra para leer.

Kajkoj Máximo Ba Tiul, maya poqomchi de Guatemala, es antropólogo, filósofo y teólogo, investigador y escritor.

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