NO OLVIDES COMER UN POCO DE TIERRA
A mi abuela Lupe le gustaba contarnos historias y decirnos cosas que sigo recordando a pesar de los años. Lo que más me marcó de haberla conocido fue su manera de ver la vida y la muerte.
–No tengo tiempo de enfermar y menos de morir —es una de las frases que más recuerdo de ella.
–Kava kuuro nuu nunero (Acuéstate a morir, si tienes tiempo) —nos decía en nuestra lengua materna.
–Cuídate, abuela, ya estás grande —le dije un día.
–Me cuido; por eso me duermo a las 6 de la tarde. Tú no te cuidas porque te duermes noche, siempre andas en short y te pega el aire frío. Ahora que estás pequeño no lo sientes, pero espera a que pase la vida. Tú sabes a qué me refiero.
–Hoy me voy a Sinaloa a seguir estudiando y quiero que te cuides, que ya no trabajes mucho.
–Si no trabajo, ¿quién ayuda a tu mamá que está sola? Tú cuida tu camino porque vas lejos y no sabes qué te pueda pasar. Si te llegas a asustar, no olvides comer un poco de tierra para que tu ser no se quede atorado en ese lugar.
Pégate el pecho y pronuncia tu nombre. No te quedes acá, vámonos a casa, vamos a Kava jee Kua’a (Cerro que se Fue). Así hazle —decía mientras se pegaba el pecho.
–Yo estaré bien, además no tengo tiempo de enfermar y menos de morir.
Esa fue la última vez que la escuché decir esa frase. El brillo de su mirada se quedó conmigo. Meses después, sonó mi Samsung, y en la línea estaba mi tío.
–Tu abuela Lupe ha muerto, la enterramos ayer. Yo me puse a llorar y mi corazón empezó a palpitar fuerte.
–Ahora sí tuviste tiempo de morir, abuela —pensé. Mientras me pegaba el pecho diciéndome:
–No te quedes acá, no te quedes acá. Vámonos a Kava jee Kua’a (Cerro que se Fue). Entonces, comprendí que la tierra ya no era sólo polvo, sino la herencia que mi abuela me había dejado.
__________
Gildardo Bautista Hernández, hablante del sa’ a sau (Mixteca Alta, Oaxaca), es docente de tiempo completo en la División de Ciencias de la Salud, Universidad Intercultural del Estado de Puebla.