ABUSIVO FALLO DEL PANEL INTERGUBERNAMENTAL SOBRE EL MAÍZ Y EL T-MEC / 333
En días pasados llegó el fallo del Panel Intergubernamental relacionado con el diferendo sobre la importación del maíz transgénico procedente de Estados Unidos a nuestro país.
Este fallo —que determinó que México debe aceptar la importación de maíz desde Estados Unidos sea de la naturaleza que sea— no es novedad. Lo sabíamos por tener la claridad de que los tratados de libre comercio son instrumentos de desvío de poder que se utilizan como modo de doblegar a México en todo lo que son las decisiones entre los países firmantes.
Entre los alegatos que alude el panel es que México no presentó evidencias científicas que le confirieran razón a la prohibición de que México importe maíz transgénico. De acuerdo a Raymundo Espinoza, “el mensaje político es muy fuerte, pues prácticamente el Panel le dice a México que en casa puede sembrar lo que guste (maíz no transgénico nativo o no nativo), pero que no puede restringir unilateralmente las importaciones de maíz transgénico ni acotar su uso final. Más todavía, si bien el fallo no pretende demostrar que el maíz transgénico o el glifosato sean inocuos, lo cierto es que les hace buena propaganda y apología”.
Lo peor del caso es que México presentó el 28 de septiembre un expediente que elaboró Conhacyt durante varios años, y que reúne suficientes evidencias científicas para demostrarle a Estados Unidos que no tiene razón. “El estudio en cuestión es sin duda la sistematización más acuciosa y detallada que se ha podido generar y publicar por parte de una instancia oficial como el Conahcyt. Sorprende la profusión de estudios, datos y evidencias, de aspectos técnicos y científicos indispensables para entender los efectos del maíz GM sobre la salud humana y el ambiente. Igualmente sorprende la cantidad de referencias de todo tipo de publicaciones, páginas, journals, que dan cuenta del nivel de detalle que está incluido y considerado en el Expediente”.
Pero Estados Unidos va a descalificar como no científico todo lo que no le convenga. Es como le dice Humpty Dumpty a Alicia en A través del espejo, no importa lo que se dice, lo que importa es saber quién manda. Y ellos están haciendo esto justo para doblegar a México y santificar el tratado de libre comercio, el T-MEC. “Para Estados Unidos, el decreto de 2020 fue suficiente para activar las alarmas y cuestionar que México prohíba, aun de modo paulatino, la importación de maíz GM y el uso del glifosato. Luego en 2023, fue todavía peor. Después de todo, Estados Unidos es la fuente principal de las importaciones mexicanas de maíz (y 90% de la producción maicera estadounidense es GM)”, según señalaba GRAIN, en un documento.
Luis Hernández lo decía hace unos días: “Desde hace décadas, organizaciones de agricultores y políticos estadunidenses aseguran que los granjeros de esa nación alimentan el mundo. Lo mismo afirman consorcios agroindustriales. Monsanto, por ejemplo, advierte que hacerlo es un imperativo moral. Y en un folleto publicitario del monopolio Cargill se anuncia como ‘Somos el maíz de sus tortillas’. Para Washington, la comida es una poderosa arma política. Sus programas de ayuda alimentaria internacional, implementados a lo largo de 67 años, le permiten apoyar a sus aliados en otras naciones, neutralizar la influencia de enemigos extranjeros, abrir nuevos mercados, pactar con otros socios comerciales y dar salida a la sobreproducción de sus variados productos agropecuarios”.
La paradoja es que mientras EUA se alarmaba con el decreto de 2020, en México la Red en Defensa del Maíz calificaba de tener fundamentos jurídicos endebles y proporcionalidad jurídica muy desventajosa en relación a las normas aplicables a las que siempre se remite reafirmando su dependencia de éstas.
Tal paradoja se extrema en 2023, cuando México emitió un segundo decreto que redujo sus exigencias casi al mínimo. Al gobierno de México no le faltan evidencias científicas para defender el caso del maíz. Pero en los hechos su política pública no reflejó ese peso acumulado, al confrontar el tratado de libre comercio que lo fuerza a obedecer. México suavizó su postura al punto de que el nuevo decreto de 2023 realmente no prohíbe las importaciones del maíz transgénico para uso industrial. Hay entonces otras razones para que el gobierno estadunidense haya llevado a México a la disputa legal “a todo vuelo” bajo las reglas del T-MEC.
Dice Silvia Ribeiro: “el interés principal de llevar este caso al panel del T-MEC y el más relevante para las empresas que controlan los transgénicos no era la hipotética pérdida de exportaciones, sino sentar ejemplo en otros sentidos. El primero es impedir que avancen leyes que refieran a que transgénicos y agrotóxicos tienen riesgos para la salud y el ambiente. [...] El segundo objetivo fue dejar claro que México no puede legislar en forma precautoria en productos que son claves para las transnacionales, ni en su propio país, ni para proteger la salud de su propia población”.
Daliri Oropeza le pregunta a Ana de Ita en entrevista qué es lo que puede hacer entonces México para proteger su maíz de todo el embate del T-MEC: “En principio, como país tendríamos que mantener la prohibición de la siembra. Al menos esa prohibición existe, y ha protegido al maíz todos estos años. Si tú permites la siembra [...] sólo es cuestión de tiempo para que todo el maíz nativo esté contaminado. Por otra parte, pues no firmar esos tratados que son tan lesivos para la soberanía nacional, para poder decidir qué puedes comer o no puedes comer. Desde antes de la firma del TLCAN las organizaciones campesinas dijeron, ‘no metan el maíz’, y el gobierno dijo va todo. Y el gobierno de López Obrador, con Trump, era imposible que pudiera decir, ‘ay, voy a sacar al maíz’. No. Era todo o nada, ahora”.
Sin duda entonces, la defensa real contra el maíz transgénico se dará en las comunidades, como lo hemos venido diciendo en la Red en Defensa del Maíz. Ésta insiste en rechazar los Tratados de Libre Comercio por ser instrumentos de desvío de poder, un sometimiento de la soberanía nacional a los intereses de las transnacionales. Los TLC son mecanismos de presión para la adopción de UPOV y sus leyes que impiden el intercambio y libre uso de semillas.
Tan son un mecanismo de presión que el fallo busca concretar el sometimiento del derecho, nacional e internacional a los intereses transnacionales. Dice Raymundo Espinoza: “Con su fallo, el Panel protege los intereses de los agricultores, las comercializadoras y las empresas biotecnológicas estadunidenses, así como de la agroindustria global, pero eso pasa porque las disposiciones del T-MEC en la materia precisamente buscan salvaguardar tales intereses. El territorio norteamericano también está tomado por la industria transgénica, lo mismo que las autoridades estadunidenses están cooptadas por intereses corporativos, por ello el gobierno de Estados Unidos jamás accederá a desarrollar el mercado de maíz no transgénico y extenderlo hacia México, pues más bien tiene como objetivo defender y expandir un modelo de negocio basado en el fraude y la manipulación”.
Como tal, es crucial lo planteado por la Red en Defensa del Maíz en su asamblea celebrada en Guelatao, Oaxaca el 12, 13 y 14 de noviembre de 2024:
Insistimos en nuestra libre potestad de guardar, intercambiar y reproducir nuestras semillas y en la libertad para ejercer nuestra agricultura de vida como nos parezca pertinente; porque es a nosotros a quienes compete resolver nuestra vida y nuestro sustento sin que nadie lo impida con normas y regulaciones.
Somos comunidades, organizaciones y personas, investigadoras e investigadores también, que defendemos el maíz.
Pero esta defensa exige un respeto por nuestra libre determinación y autonomía. Sin esa autonomía, cualquier programa de “fomento y protección” del maíz será solamente un intento más por convertir en asistencialismo o consulta oficial lo que nos compete solamente a nosotros.
Este texto es un adelanto de un documento más amplio en colaboración con Enlace Comunicación y Capacitación AC y Both Ends.